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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Domingo, 09 de Junio de 2019

La magdalena de Proust

¿Quién no ha sentido ante un sabor o aroma un evocador recuerdo? Unas veces difuso, inconcreto, y otras con tanto detalle que pareces vivir el momento con precisión fotográfica. La famosa magdalena de Proust (Marcelo) mojada en té, le traía vívidos recuerdos de la casa de su tía y los desayunos del sábado, el edificio en que vivía, la plaza y la ciudad. Confieso, sin pudor, no haber leído “En busca del tiempo perdido". Hace falta tiempo y ganas para enfrascarse en siete tomos y más de tres mil páginas. No lo descarto, de momento va a ser que no. Va a la columna del debe donde se acumulan tantas historias conocidas por referencia, no experiencia. Una vida es muy poco tiempo.

 

Mi magdalena hoy, no creo estar solo, ha sido la desaparición –muerte, sin eufemismos– de Narciso (Chicho) Ibáñez Serrador. Genio de los setenta, ochenta y noventa que nos entretuvo y mantuvo pendientes de la pantalla, divertidos o en tensión. Frente una caja tonta en escala de grises o difuminados colores sin otro mando remoto que el primero que levantara posadera de sillón a cocina o baño. Mucha falta no hacía, la verdad. Se comía lo de la mesa, se veía lo de la Uno, a veces –escasas– UHF, sin discusión posible. Total, ¿para qué? Eso sí, los viernes noche consenso seguro.

 

Mi padre, agotado, cerraba semana de duro trabajo, llegaba a casa con una sonrisa de oreja a oreja e inauguraba el weekend. Cena, especial de viernes, y familia, cómoda y relajada en la mesa baja del salón frente al televisor. Por fin el telediario se despedía con sus cosas de adultos que ni entendía, ni me interesaban (ahora las entiendo, por eso no me interesan), y sonaba la melodía: “Un, dos, tres, aquí estamos con usted otra vez… arrincone usted su mal humor…". “ Kiko Ledgar o Mayra Gómez, el resto me coge mayor, daban las buenas noches y presentaban concursantes. Fulanito de Tal y Menganita de Cual, son amigos y residentes en Barahona de las Brujas, Soria:

 

- En Polonia hace frío, pero yo me río. No vamos a hablar de risas sino de ríos. Por veinticinco pesetas, ríos del mundo que desemboquen en mar, como por ejemplo el Nilo. Un, dos, tres responda otra vez.

- El Nilo .- el Nilo repetía el presentador.- El Ebro, el Ebro, el Segura, el Segura, el Duero. Tilín, Tilín, Tilín, Tilín.

- Al concursante se le ha ido la mano, el Duero no acaba en mar sino en oceáno (mal acentuado buscando rima y risas de presentador y público)

- Es verdad, pedíamos que fuera mar expresamente y el Duero desemboca en el Océano Atlántico. Así que chicas (dirigiéndose a unas supuestas secretarias con gafas redondas y calculadora en mano que nadie consideraba sexismo)…

- Han sido tres respuestas acertadas a veinticinco pesetas cada una hacen un total de setenta y cinco pesetas.

 

Así transcurría la noche complacidos y relajados. Sin más preocupación que la subasta del programa. Estómago lleno, ambiente tranquilo, seguridad y paz garantizadas. Si había un rato de felicidad semanal era ése de familia unida y promesa del fin de semana.

 

- Hoy nuestra subasta está dedicada a investigadores de todos los tiempos.

 

Por la mesa de los concursantes desfilaban personajes y actores de turno: Sherlock Holmes, Colombo, Miss Marple, Hercules Poirot, hasta una caricatura de Mike Hammer y Bigote Arrocet haciendo de Ja-Bond, el hermano pequeño y adoptado de James que limpia y recoge lo que él ensucia. Risas de público (y en casa).

 

Han dejado distintos objetos y los concursantes van rechazando algunos. Ya salió el juego, un viaje alrededor del mundo de Miss Marple y una colección de cervezas añejas belgas de Poirot. La cosa se complica y sólo queda la pipa de Sherlock; un inmenso puro de Colombo y el bote de detergente de Ja-Bond. Recta final, se masca la tragedia, hay que deshacerse de dos de los tres regalos. Ni Ruperta, ni coche, ni apartamento en Torrevieja han salido. El presentador vuelve a leer las tarjetas:

 

- Sherlock investigaba por deducción, si lo imitáis podréis averiguar el contenido del regalo…; Colombo llevaba siempre el puro apagado pero si se encendiera….; el hermano de Bond, Ja-Bond, era experto en limpiar y por eso deja este imprescindible elemento…, y hasta aquí puedo leer.

 

Mi hermano y yo, tumbados y estirados, luchamos contra el sueño. No podemos, no queremos, perder el final. La pipa de Sherlock, nuestra preferida; para mis padres el puro de Colombo y los concursantes tan despistados como presentador y público desea.

 

Se acabó lo que se daba. Preguntas al respetable y más lío. Finalmente el detergente triunfa y el resto desechado tras machaconas preguntas sobre si están seguros.

 

- Sherlock investigaba por deducción, si lo imitáis podréis averiguar el contenido del regalo que, como veis, es una pipa como todas las de nuestra calabaza RUPERTA!!!!!!!. (felicidad y abrazos que intuimos por culpa de Morfeo).

- Colombo llevaba siempre el puro apagado pero si se encendiera, echaría humo como el tubo de escape de este magnífico Seat 131 supermirafiori totalmente equipado y de última generación (oh, de sonrisa a llanto en cero coma).

 

Llega el momento de éxito o fracaso. Oferta de cien mil pesetas y lo dejamos. Doscientas mil. Trescientas mil y no se hable más. Quinientas mil y es mi última oferta, de verdad. Yo no siempre digo toda la verdad pero nunca miento (joder qué lío).

 

- Hemos venido a jugar y jugamos.

- ¿Seguro? Son quinientas mil pesetas.

- Seguros del todo, o casi.

- Bueno pues espero recordéis que os las he ofrecido.

- Coño (esto no se dice en 1.974, se piensa) que sí, termina de una p…vez.

- Pues bien, decía que el hermano de Bond, Ja-Bond, era el encargado de limpiar y por eso deja este imprescindible elemento tan útil para EL MAGNIFICO APARTAMENTO EN PLAYA DE LOS LOCOS, TORREVIEJA, ALICANTE.

 

¡Pa qué más! He llegado despierto a ver cómo se llevan el apartamento. El lunes, en el bús del cole, comentaré la jugada. Agotado, sin control, mano al hombro mi madre me conduce al dormitorio; mi padre lleva a mi hermano a la cama de al lado. ¡Qué momentos! ¿Se puede repetir?

 

Siete años contemplaban el programa en su comienzo, catorce en los ochenta (adolescencia y ochenta, nitroglicerina). Gracias Chicho. Felices recuerdos imborrables, irrepetibles por muchas razones. El tiempo no cambia las personas, sólo les hace perder fuerza (Al Pacino dixit, Carlito Way) hasta para ser feliz, añado. Ni estamos todos ni sería igual, pero nadie, jamás, me quitará esa magdalena, su aroma, sabor y recuerdo.

 

* Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados.

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