Día Miércoles, 01 de Octubre de 2025
Democracia trampa

Dos momentos de la política española han humedecido mis ojos, provocando que unas leves lágrimas cayeran por mi rostro. Uno de estos episodios fue la declaración unilateral de independencia (DUI), que Carles Puigdemont pronunció en el Parlament. Recuerdo como al llegar a casa, meditaba mientras sollozaba, el acontecimiento que el ahora turista español en Waterloo había protagonizado. Sentía que España se rompía, que nuestra nación, se autodestruía por los afanes de unos burgueses obcecados por el dinero que habían manipulado a los catalanes para que votaran a favor de un panorama funesto. El otro episodio que ha supuesto para mi persona otro punto de inflexión ocurrió el pasado domingo cuando los españoles votaron de manera contundente para que Pedro Sánchez siguiera siendo Presidente de nuestra nación. Como en aquel otro instante, mi perplejidad llenó mi mente de asombro y pesar, al ver cómo los ciudadanos habían escogido a un gobernante que representaba el paradigma de todo lo que llevábamos criticando durante años.
“Ojalá tuviéramos políticos valientes, honrados y sinceros que no mintieran a la población”. Recuerdo esa máxima como si fuera ayer la primera vez que la escuché. Unos tiempos, en los que, pese a que mi espíritu crítico y político estaban todavía ocultos bajo tantas preocupaciones baladís propias de la juventud, era consciente de que los españoles estaban hartos. Cansados de los políticos de siempre, de esos que ponían a las instituciones a su servicio y utilizaban la política como un fin en lugar de como un medio. La España silenciosa, habló, gritó. Salió a la calle para decir basta e instauró el 15-M para reformar las cosas, para hacer que nuestro panorama evolucionara. La corrupción nos resultaba repugnante. Deleznables eran tambien esos políticos que utilizaban los órganos del Estado para enchufar a sus amigos explotando los recursos del país para su propio beneficio. Era repulsivo. Menos mal que llegó el 15-M y todo cambio… Permítanme la ironía.
No voy a caer en la trampa de considerar a nuestro sistema en toda su plenitud una cañería corrupta controlada por los bancos y por las grandes multinacionales. Eso se lo dejo a Iglesias, que le gustan mucho las series de fantasía y de Ciencia Ficción… Pero no me deja de resultar chocante, que muchos que criticaban las cloacas del Estado o todo aquello que tiene que ver con el servirse del poder para alcanzar objetivos personales poniendo por delante el ombligo propio a la nación española y a la soberanía nacional, ahora hayan depositado su confianza en un hombre que desde que llegó a la Moncloa, lo único que ha hecho es mentir a los españoles y enchufar a sus allegados en todas y cada una de las instituciones públicas. Hasta el cartero que le entrega el Correo tiene como jefe a un amigo del Presidente… Cercanos, que parecen ser sus votantes, unos electores que han votado a Pedro Sánchez pese a que este se telefonee con terroristas como Otegui, reciba con honores a los que amenazan nuestra democracia, o a un sujeto que ha utilizado el avión oficial para ir a actividades de ocio con su esposa, -a esta que tambien ha colocado en una fundación-, o que no duda en mentir a los españoles incluso en un debate electoral de máxima audiencia cuando muestra como prueba la carta de un particular como si fuera un escrito oficial de la junta de Andalucía para encender aún más el miedo a Vox.
Esa fobia a las derechas, -me resulta gracioso cada vez que Pedro Sánchez o el resto de su pandilla invocan a PP, Ciudadanos y Vox como si se trataran de los mismísimos caminantes blancos o de las marcas políticas de unos asesinos-, que le ha venido como agua de mayo para ganar las elecciones. Temor al trifachito, que impulsa a los militantes del PSOE a gritar en las calles que no pacte con Rivera. Quizá prefieran una coalición con Bildu, estos que si son terroristas y no seres mitológicos. Porque a mí, -como dice uno de los personajes de la cinta Las brujas de Zugarramurdi-, no me dan miedo las brujas, sino los hijos de puta. Lacayos, de los que tengo la sensación, que muchos votantes que introdujeron la papeleta socialista en la urna el pasado domingo, se han olvidado.
Desentendimiento, fruto del miedo a la extrema derecha. Preocupación que ha otorgado la aureola a los que menos pueden presumir de demócratas, liberales, y talantes. Pedro Sánchez miente en un debate, pero se le perdona porque le protege el personaje que se ha creado de adalid de los derechos humanos y sociales en España. Ignoran que el Presidente de Gobierno engañó a todos los españoles en los debates electorales, no solo con el manuscrito que he mencionado antes, sino tambien afirmando que no iba a subir los impuestos a las familias cuando esta semana a salido a la luz las medidas fiscales que ocultaba, porque creen que él es la única esperanza contra los que pretenden retroceder en el tiempo. Le perdonan todo, porque es Pedro Sánchez. Más que un Presidente de Gobierno, una figura marketiniana que ha calado hasta en ex votantes del Partido Popular que le han apoyado en estos comicios. Personas fanatizadas que adoran a Sánchez sin saber muy bien él por qué. Gentes desilustradas que han caído en su trampa, en el mismo engaño en el que cayeron los que votaron a favor del Brexit. Ilusos que sin quererlo ni saberlo, han colaborado en que sus naciones se autodestruyan víctimas de los que han tendido una trampa mediante la democracia.
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