Lunes, 22 de Septiembre de 2025

Actualizada Lunes, 22 de Septiembre de 2025 a las 19:07:40 horas

RAFAEL SIMÓN GALLARDO
RAFAEL SIMÓN GALLARDO Lunes, 08 de Abril de 2019

La peluca de Newton

Oigan ustedes, queridos amigos y enemigos, a todos me dirijo por iguales.

 

Hoy me he levantado Newtoniano, me he tropezado con mis propias zapatos y he colisionado contra la pared rebotando inmisericordemente hacia el suelo. Me he quedado quieto después del desparrame corporal sobre el pavimento, mientras una babilla salía de mi boca descojonándose de mi accidente. Pensé que me había hecho daño. Finalmente, me levanté, erguí mi cuerpo como pude, y comprobé que todo estaba en su sitio, salvo mi pundonor, protegido con eficacia por mi perro, Caimán, que atento, lamía mis heridas con cariño.

 

Algo así, debió sentir Newton cuando después de su asquerosa vida familiar, de la muerte de su padre antes de que naciera, del abandono de su madre por casarse con un cura y traerle tres hermanastros, de su vida con sus abuelos, de las burlas de los chicos porque calzaba una cabeza enorme, una manzana kamikaze, colisionara contra su inmensa cocorota provocándole seguro una hemorragia cerebral. Pero el milagro fue, que después de este incidente, Isaac entendió como se movían los objetos en el universo, (sic).

 

Pero hete aquí, que a mí, después del hostión, no tuve ninguna clarividencia importante aunque la esperara. Permanecí horas sentado en la cama con el ánimo de entender las relaciones del universo, formular la teoría del todo, descubrir la entrada en los agujeros de gusano para visitar a mi tía María ya fallecida o hablar con mi padre, muerto también, de temas que nunca me atreví a tratar con él y en vez de eso, solo sentí, un inmenso dolor en mis lumbares que se irradiaba hacia mis cojones como si se tratara de un vulgar cólico nefrítico.

 

En esta tesitura, no me podía quitar de la cabeza al pobre Isaac y me reté a mi mismo. Rafa, ¿Recuerdas las leyes de Newton? Y las fui recordando pero desordenadas, la primera que me vino a la azotea, fue la tercera, la Ley del Movimiento; "para cada acción existe una reacción igual y opuesta", conocido como el principio de acción y reacción, me apostillé a mi mismo, de algo me había servido acudir al colegio.

 

Recordé  la cantidad de símiles que el hermano Marino había utilizado para explicármela a mi y mis compañeros maristeños que en esa época, todos éramos bastante zoquetes y solo estábamos atentos a parada de Luceros de los autobuses de las Teresianas. Sin embargo, quizás afectado por el golpe en mi cocorota, me inventé otra más a mi gusto; "Si ustedes tienen un acceso de tos muy intenso y violento, probablemente, si su esfínter anal no está atento y bien entrenado, al mismo tiempo, evacuarán un extraordinario y acuoso chorro de caca". Me sonreí de la chorrada primero para mis adentros pero después, solté una sonora carcajada.

 

Siempre me han gustado, desde niño, los chistes de culos y pedos y hoy que soy mayor, aún me pasa, concluí mientras terminaba de reir.

 

Proseguí el reto y me pedí a mi mismo otro símil, este no tardó en llegar; "Si tocamos mucho los cojones, nos arriesgaremos a que por reacción, nos partan la cara". Este era mejor, no era guarro como el primero pero tenía la pega de que ser algo violento.

 

Entonces lo entendí, Newton había descubierto tras un traumatismo craneal, la relación universal entre los movimientos de los objetos. Yo, después de un hostión, había descubierto que estas leyes no solo afectan a los objetos sino que también controlan a las personas y además, generan moralejas; "si quieren vivir sus existencias cómodamente, sean cuidadosos al toser y ejerciten la musculatura del suelo pélvico y también no vayan por ahí tocando los cojones en exceso porque se arriesgan a recibir un soplamocos".

 

En eso entró mi esposa con cara de enfado, ¿quieres volver a la cama?, dijo con mirada hosca, estás malo y con fiebre, prosiguió, tómate la medicación y no hagas más tonterías, acabó diciendo mientras me tapaba y apagaba la luz de la habitación.  

 

Yo quedé solo. Sentí que alguien se acostaba a mi lado. Me volví y me sorprendí viendo a sir Isaac Newton que con su peluca inglesa de toda la vida apoyaba su importante cabezón en mi almohada y  me decía tranquilo;  los genios siempre fuimos unos incomprendidos...

 

A las horas desperté en el box 3 de la UCI del Hospital de Elx, totalmente desorientado mientras unas enfermeras comentaban entre risas; menuda sepsis tiene el Dr. Simón, casi la espicha...

 

* Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...

Comentarios
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.184

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.