Día Miércoles, 01 de Octubre de 2025
Cooperadores y cómplices

Que la República no existe, lo saben hasta muchos independentistas. Solo los que se encuentran bajo el influjo lunático de Carles Puigdemont y la descarada xenofobia de Quim Torra asumen la realidad de ese país catalán independiente, utópico e irreal. Con el desarrollo del juicio del procés, salen a la luz testimonios sensatos en un ambiente esperpéntico como el de Santi Vila. El exconseller es la única persona del soberanismo con templanza y talante, la personificación del seny olvidado, perdido, y apartado. Quizá por eso sus colegas le han marginado, le han repudiado por poner los pies en el suelo antes de tiempo mientras sus jefes y compañeros de fatiga estaban levitando adentrados en una existencia ficticia donde la democracia era la única ley vigente. Un Vila, que, en base a su testimonio en los tribunales, él fue el enviado por Carles Puigdemont, cuando el expresident aun tenia raciocinio debajo de esa melena remolona, para dialogar con el gobierno de Mariano Rajoy y buscar una solución pactada al conflicto. Problema, que parecía estar encauzado, cuando Puigdemont cedió a celebrar elecciones, pero la CUP y un tweet de Gabriel Rufián, esas famosas “12 monedas de plata”, poseyeron al líder del Govern derribando los puentes tendidos y desembocando en la DUI que lo calentó todo.
Eso es lo que hacen los partidos antisistema. Tensar la situación. La CUP en Cataluña, y Podemos en el resto de España. Tengo la sospecha de que hay un pacto no escrito entre los hooligans independentistas y la formación de Pablo Iglesias junto con la complicidad desconocida de Pedro Sánchez, de derribar el régimen del 78, derrocar al Rey y hacer que España no vuelva a ser lo que era. Iglesias y su cuadrilla quieren establecer una República no solo en Cataluña, sino en toda España. Fin, para el que están usando como medio, el conflicto catalán. Si Rusia se ha servido del procés para crear fakes news que desestabilizaran España y con ella occidente, Podemos y sus aliados han hecho lo propio para tambalear la democracia española. Socios, por no decir amigos. Recuerden que no hace mucho tiempo los cuperos compartieron avión con dirigentes de Podemos para viajar a Venezuela. Ambos, por mucho que ahora Iglesias reniegue de la dictadura venezolana, buscan el mismo objetivo, que es equiparar el sistema democrático español al régimen totalitario de Nicolás Maduro en Venezuela.
Es llamativo ver como Pablo Iglesias y sus hermanos de la CUP acusan a Ciudadanos u a otros partidos constitucionalistas de calentar el ambiente de Cataluña mientras ellos, no hacen nada por destensar la cuerda y templar las circunstancias, sino al contrario. Cada vez que Podemos ha tenido la oportunidad de contribuir a la pacificación de Cataluña ha reusado esa opción y ha optado por mantener una equidistancia cooperadora para que el secesionismo continuara atormentando y persiguiendo a los constitucionalistas. Si Iglesias hubiera querido que la paz reinara en territorio catalán, habría apoyado a Inés Arrimadas para que fuera Presidenta de la Generalitat. Ni la apoyó a ella, ni respaldo al diputado de Cs, José María Espejo para que fuera President del Parlament. Preferían a Josep Torrent, un macarra con traje y corbata que cada vez que abre la boca no solo sube el pan, sino que se quema. Lo mismo ocurre con Quim Torra, el fascista supremacista que gobierna a los catalanes gracias al silencio cooperador de los Comunes y la negativa de estos de apoyar la investidura de Arrimadas.
La situación en Cataluña esta tensa no porque PP, Cs y Vox quiten lazos amarillos o salgan a la calle en defensa de los catalanes que se sienten españoles, sino porque las formaciones radicales y políticos folloneros como Rufián han querido que no hubiera entendimiento entre las dos Cataluñas.
De haberse convocado elecciones como en primera instancia quiso Puigdemont, y de haber fructificado las cumbres entre Santi Vila y los ministros de Rajoy, el procés habría sido historia y los provocadores habrían perdido su única oportunidad de instaurar la III República con toques bolivarianos.
Recientemente, coincidí con exiliados venezolanos en un acto en defensa de la democracia en el país sudamericano, y estos me confiaban su temor de que Podemos gobernara entre bambalinas en el ejecutivo de Pedro Sánchez. Gobierno sanchista, que, en el fondo, está controlado por Pablo Iglesias hasta tal punto de que, en una entrevista, Nicolás Maduro otorgó al líder de Podemos la vicepresidencia del ejecutivo. Iglesias ve en el Presidente de Gobierno al tonto útil que puede manipular a su antojo para hacer lo que le plazca y consumar en la sombra la desintegración de nuestro Estado social y democrático de Derecho. Una España, que lo mejor que le puede pasar, es que Podemos sucumba ante la voluntad popular, consiga unos residuales resultados electorales, y desaparezca de la faz del panorama político español. Sera bueno para España, y para Cataluña, que vienen a ser lo mismo, porque la República nunca existirá.
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