Democracia vacía

Vivimos tiempos convulsos, periodo, en el que la existencia no había estado tan crispada desde la transición. Como el fuego que se extiende, la crisis catalana ha contagiado al resto del territorio hasta extrapolar el desasosiego a nivel nacional. Ya no solo hay tensión en el lugar de origen de Puigdemont, ya saben que ahora está en todas partes menos en su tierra, sino en toda España. Con la irrupción de VOX en el panorama político y la consiguiente llamada de Podemos a revelarse contra el fascismo, nuestro mundo ha entrado en una especie de in-transición en donde la figura de políticos como Adolfo Suárez no parecen más que una leyenda creada por la opinión popular para mitificar el paso de la oscuridad de la dictadura a la luz de la democracia. 

Esa democracia, que nos dota de la capacidad de poder hablar de toda inquietud u opinión con plena libertad sin recibir represalias o ser señalados por nuestro pensamiento. Un régimen liberal, que no es respetado ni por los que lo enarbolan y presumen de su tesón para perpetuarlo. Manuel Mata, portavoz del PSOE en las Cortes Valencianas, ni corto ni perezoso, no dudó en afirmar que se deberían declarar personas non gratas a Albert Rivera y a Toni Cantó. Debido a que no comulga con sus ideas, los trató como apestados, como enemigos de la sociedad. La formación que derrocó a Mariano Rajoy por higiene democrática, es la primera en pisotear la democracia. Paradojas de la vida, ya saben. Nostálgicos del 36, a veces, determinados individuos se parapetan en las trincheras poniéndose a la defensiva en cuanto alguien osa llevarles la contraria y seguir un camino distinto al trazado por ellos. Demócratas, pero solo cuando la libertad les beneficia.

Habitantes de una democracia degenerativa, donde el que piensa distinto es linchado, acosado e incluso escupido. Como le decía a un ilustre de la política alicantina días atrás, ahora tenemos más posibilidades de que haya una Guerra Civil que hace veinte años. Las heridas que parecían haberse cerrado se han desgarrado ensangrentando de odio, totalitarismo, y despotismo la existencia. Panorama, que solo se puede solucionar de una forma, con una nueva transición. Con la fraternización y consenso entre todos los ciudadanos, y las fuerzas políticas. Debemos evitar caer en el calificativo personal, en el ataque directo a la figura extra política. Desprecios como el realizado por el socialista Mata hacen saltar la alarma anti-fascista, esa que tanto invoca Pablo Iglesias. Todo gobernante que no sepa respetar las ideas del contrario debería replantearse su vocación como político, pues el núcleo del arte de la política reside en el diálogo. Conversación, que solo se puede encauzar si se aparcan las diferencias ideológicas y se empatiza con el contrario. Echo de menos a aquellos personajes de la política en blanco y negro como Fraga y Felipe González, estos dos dirigentes que, pese a estar en las antípodas ideológicas supieron estrechar lazos entre sí y cocinar la Constitución de 1978, este tesoro que para algunos es la caja de Pandora. La sociedad requiere de políticos que solucionen los problemas, no que rivalicen para ver quien la tiene más grande. Lo digo por señores como Mata.

Un hombre, que contrasta, muy mucho, con el diputado de Podemos por Canarias, Alberto Rodríguez, el que, en el momento de despedir a un legislador del Partido Popular en la sesión del Congreso, reconocía su valor humano. Chapó. Así de claro. Para que luego digan que soy un facha… No soy fascista, soy demócrata. Los que me conocen o me leen habitualmente, saben que me encanta codearme con personas de distinto tinte político. Tengo amigos en el PP, en Podemos, en Compromis, en Vox… Necesitamos higienizar la realidad, purificar al mundo de tanta intolerancia. Debemos ver a las personas antes que a los carnets. Abrir la mente, mirar para los lados, no únicamente de frente como los burros. Tener altura de miras, comprender las diferentes perspectivas. En eso consiste la democracia. Un vocablo bonito, un mantra apetitoso, pero que muchos que lo utilizan para decorar sus discursos con términos pomposos sin ponerlo en la práctica. Porque democracia es respetar las ideas del contrario sin etiquetarle o despreciarle, porque democracia consiste en acatar y cumplir los designios de los ciudadanos. Ni Manuel Mata, el hombre que menosprecia cualquier idea contraria a la suya y demoniza a los impulsores de esas propuestas, ni Pedro Sánchez, el Presidente-doctor que no escucha el clamor popular y no convoca elecciones, son conscientes de la dimensión real de esta palabra.   

Así se las gasta el PSOE. Quien diría que iba a criticar a los socialistas y a homenajear a un diputado de Podemos en una misma columna…Si lo hago es porque los hechos hablan por sí mismos, los acontecimientos manifiestan que al mismo tiempo que un dirigente del PSOE despreciaba a dos diputados de Ciudadanos por tener ideas distintas a las suyas, un miembro de Podemos, este partido que por mucho que Pablo Iglesias reniegue del chavismo, ha sido financiado por Venezuela, demuestre una tolerancia ejemplar al homenajear a un diputado del PP. Vergüenza me daría como socialista que un miembro de mi partido tuviera un comportamiento tan despreciable, intolerante y déspota.

La España del futuro, la nueva transición, solo se podrá hacer con gentes tolerantes de sentido trasversal, no con rancios enclaustrados en la cripta del pensamiento único como Mata.