Del Sábado, 04 de Octubre de 2025 al Jueves, 30 de Octubre de 2025
¡Che Pep!

Hasta aquí Pep. Te has pasado varios pueblos, some villages, un par de villaggi y también algún dorf que otro. Y lo peor es que lo has hecho consciente y voluntariamente, pues tu linda cabeza no tiene un pelo tampoco de tonto. Te irrogas y otorgas el clásico carácter mesiánico que tanto gusta a los de tu calaña, pero has traspasado los límites de la decencia y el decoro.
Puede que todas las patrañas, embustes y falsos mensajes que vienes vertiendo últimamente no te parecieran suficientes. Es posible que comprobaras que el público, cansado, dejaba de atenderte y no salías tanto en los diarios como tu archinémesis. Al menos Mou se limita a su parcela, el fútbol, y no se mete a jardinero de jardines ideológicos. Al menos cumple con la máxima Marxista “Es mejor permanecer callado y parecer idiota que hablar y despejar las dudas” (Marx, Groucho). Pero tú no; no podías sustraerte a la cámara, al candelero, al estrellato mediático. Temeroso de que la soberana audiencia te olvide, necesitabas ocupar nuevamente la pole position de la necedad.
Ni corto, ni perezoso, o viceversa, te permites equiparar el puñetero lacito amarillo secesionista con el lamentable, honorable y solidario lazo amarillo de quienes apoyan a los enfermos de leucemia. Execrable (por decirlo muy, muy finamente). ¿Te has parado a pensar –actividad muy recomendable antes de hablar – lo que significan uno y otro? ¿Has medido las consecuencias de pretender subirte a un tren en marcha con destino muy distinto al que defiendes?. Está claro que no. Lo que te importa es el fin, no el medio y te has quedado tan pancho como el pintxo y el pantxo y los setze jutges d'un jutjat que mengen fetge d'un penjat. Venga que te ayudo.
Los enfermos de leucemia, o de cualquier otra dolencia parecida, jamás eligieron serlo. Es más, lo darían todo por no haberla padecido, por curarse y, con total seguridad, porque nadie en este mundo tuviera que verse en su trance. Rezan, confían o tienen la esperanza de superar la enfermedad y luchan silentes contra ella en una batalla desigual en la que su valor, su coraje, y el apoyo y acierto de admirables profesionales son sus únicas armas. Pocas pero potentes bazas. Pelean diariamente contra ellos mismos. Frente a la desesperación de una guerra sin cuartel, sin diálogo ni rendición, sin posible armisticio. O ganan o..., eso. En juego, el bien más preciado, frente al que Champions, Europa League, ligas o mundiales, palidecen de vergüenza. Para que me entiendas.
Y ahora los otros. Los lacitos de un nutrido (no digo que no) grupo de personas y personajes que pretenden, por el contrario, extender su enfermedad a sus semejantes que no quieren ser contaminados. Que han elegido, voluntaria, no sé si conscientemente, desoír y quebrar la legalidad vigente. Cuyo principio de razón es el de autoridad por inspiración mesiánica de sus corruptos dirigentes. Que persisten en el enfrentamiento fraternal y la quiebra de la convivencia para imponer su doctrina ideológica al maldito hereje. Que no permiten, por estar equivocada, la opinión disidente en su Cruzada y/o Guerra Santa. El caso es que me quiere sonar a algo pero prefiero no decirlo.
Y decía antes grupos de personas y personajes intencionadamente. Esa es otra gran diferencia. Mientras que el primer colectivo se compone de personas, dolientes, afectadas y aterradas, el segundo cuenta también con personajes que representan un papel, una posición, predeterminada pero cobarde, miserable y ruín. Que gritan soflamas enardecedoras desde el burladero y animan a otros a pisar un ruedo del que huyen despavoridos antes del “paseíllo”. A quienes jamás verás escudo embrazado y pie en lanza aguantando una embestida. Que corren como demonios, gritan desde mansiones y animan a sus peones desde acomodados despachos y abultada cuenta. Que piden sacrificios y esfuerzos, incluso económicos, a sus humildes creyentes con toda pompa y boato. ¿Ves la diferencia Pep, o sigo?
Pues eso Pep, que te has pasado de la raya. Llevas haciéndolo mucho tiempo, es cierto, pero se te ha ido la mano y ni un sincero perdón, del que te creo incapaz, sería suficiente. Dedícate al futbol, a contratar ases que te encumbren y a plantear un 4-4-2, un 4-3-3 ó un 5-4-1, que de eso quizá sepas algo o no, pero eso ya es cosa de quien te pague.
Medita un poco tus palabras y acciones, si puedes, y mide sus consecuencias. No sólo por todos aquellos que se obnubilan ante tu egregia esfinge, sino por el daño que provocan personajes como tu raseando, comparando e igualando una lamentable desgracia de admirables guerreros de la más cruel de las batallas con otros a los que, por un respeto del que tu careces, me niego a calificar.
De res.
* Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados














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