Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Cinismo amarillo

Viendo las imágenes de hostilidad y enfrentamiento entre separatistas y españolistas en la playa de Canet, se me caían las lágrimas mientras se me ponía la piel de gallina y un escalofrió me recorría el cuerpo. Si la anterior semana manifestaba mi temor porque el conflicto catalán desembocara en una contienda cívica entre catalanes, con aquella escena, mi miedo gana enteros de convertirse en una realidad.
Existencia caldeada y contaminada por el odio, a la que Carles Puigdemont y su marioneta Quim Torra actúan de forma pasiva como si no fueran los gobernantes de Cataluña. Ejecutivo bicéfalo, pero con un solo peluquín pensante, que parece estar en su salsa al ver como sus conciudadanos se pelean donde sea y cuando sea. En una playa, en un bar, en los aledaños de un estadio de fútbol, cualquier sitio es lugar idóneo para luchar por la República. País Catalán, o eso es lo que les gustaría a ellos, que tiene a unos gobernantes ineptos e impasibles que, en lugar de gobernar para toda la ciudadanía, lo hacen solo para aquellos que son de su misma cuerda, para esos que creen en sus principios revolucionarios soberanistas. Todo el que adorne el balcón con la estelada, es catalán, el que lo adereza con la rojigualda es extranjero, y como sucedía en la antigua Roma, carece de derechos civiles en Cataluña. La República trasversal y tolerante, en la que solo tienen cabida los 3 millones de independentistas. Vaya paradoja.
Políticos secesionistas, que menos mal que están contenidos por el artículo 155, porque de existir esa República independiente de su casa, del mismo modo que pretenden silenciar a los catalanes que se sienten españoles, los habrían ejecutado por traición para extinguir a todo sentimiento que no fuera secesionista. O conmigo o contra mí. O apoyas la República o serás ajusticiado por desobediencia. El que no apostate de la Constitución española y queme imágenes del Rey no será escuchado, y encontrara en el silencio y la soledad a su única compañía. A los insumisos se les despojara de todos los permisos, de todas sus garantías.
No tengo la menor duda de que Torra y Puigdemont, del mismo modo que permanecen callados ante el conflicto civil con agresiones y amenazas, estos harían lo mismo si al final tanto enfrentamiento se cobra con alguna víctima mortal constitucionalista. Seguro que se lo tenía merecido, dirán. El asesino independentista actuaba en defensa propia, murmurarán. Como en el 1 de octubre, cuando los primerizos CDR tiraban sillas y todo objeto arrojadizo que se les pusiera por delante a la policía. Represión policial dijeron. Los suyos, en cambio, eran mártires, incluso todos aquellos de las fotografías de unas cargas del 2012, esos también eran víctimas de la represión del estado español, en Matrix los acontecimientos también suceden de forma retroactiva. Un mundo paralelo e injusto, donde solo cuentan los represaliados de su cuerda. Al igual que ocurría con ETA cuando los GAL asesinaban a uno de los suyos, estos, los verdugos, eran héroes y el resto, las verdaderas víctimas del conflicto eran unos despiadados.
Es fuerte lo que estoy diciendo lo sé, pero como se suele decir, la verdad duele. Del mismo modo, que me produce estupor, y eso que no soy catalán, ver cómo los vecinos de una localidad se enfrenten por unas cruces amarillas. ¿Cómo es posible que, a mí, señor Puigdemont me den ganas de llorar al ver esas imágenes y a usted le den igual? La razón por la que su persona nunca ha sido ni será un buen político, reside en su interior. Porque como dice Plutarco en su Moralia, para ser un ejemplo como gobernante, hay que ser un referente moral, principios que usted no ha demostrado tener. Falta de directrices, que le convierten en la verdadera cruz de todos los catalanes.













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