Opresores oprimidos

Una amiga me menciona en un grupo de WhatsApp y me alerta de que un sequito de jóvenes ataviados con lazos amarillos ha invadido la Universidad de Alicante con gritos a favor de la independencia de Cataluña y haciendo apología del terrorismo con un acalorado y alto “Gora ETA”. La deriva antisistema secesionista se traslada a nuestro territorio, a nuestra ciudad, a nuestras calles y a las universidades valencianas.

Los oprimidos no se callan, los asustados por la represión policial del estado opresor español gobernado por el tirano M. Rajoy salen a la calle para reclamar democracia, libertad y comprensión. Estas víctimas revolucionarias que, como se pudo apreciar en la jornada de Sant Jordi cuando un grupo de independentistas acosaban y maltrataban con gritos e incluso con agresiones a un joven que trataba de despojar a las calles de Barcelona de los lazos amarillos, se visten de corderos para disimular su naturaleza salvaje. Opresores con piel de esclavos que intentan silenciar y oprimir a la mayoría catalana constitucionalista con estrategias guerrilleras y terroristas. Secesionistas, que como ocurrió en la UA, invocan a ETA y a Otegi como si fueran sinónimo de democracia y paz. Los mismos asesinos que aniquilaron a los catalanes que compraban en el Hipercor aquel 1990, son ahora un modelo en el que se miran los procesistas.

Todo vale para luchar contra la independencia, cualquier artimaña o falso héroe es válido para legitimar la emancipación de Cataluña. Ellos son el bien, España es el mal. Nuestra nación quiere sumir en la tristeza a su región, el Estado es el culpable de todas las controversias que asolan a Cataluña. Incluso del atentado yihadista que en agosto de 2017 asoló ese país pequeño de ahí arriba, como dijo Guardiola. Catástrofe que, según algunos iluminados, fue perpetrada e ideada por el ejecutivo de Mariano Rajoy, que pagó una sustanciosa cantidad de dinero a los terroristas para que cometieran el atentado.  

El independentismo ha renunciado a la moral y a los principios para conseguir su objetivo político. Ya no importa calumniar o increpar a los que piensan distinto. Del mismo modo que han establecido su propia constitución, estos han creado unas peculiares normas morales independientes de cualquier creencia. Para los independentistas, los terroristas de ETA ya no son villanos, sino héroes y los Guardias Civiles han perdido todo respeto convirtiéndose en seres despreciables reflejo del mismísimo demonio. Los verdugos son ahora los liberadores, y los héroes son asesinos. Cataluña es diferente. Su sentido de la realidad es distinto al del resto de los mortales. Mundo paralelo en donde los que oprimen son los esclavizados y los perseguidos son los buscados. 

Necios que se empeñan en interpretar un papel que no les corresponde. En esta gran producción hollywoodiense que representa el procés, una minoría pretende silenciar y apartar a la mayoría. Opresión que comenzó de forma silenciosa pero que, en la actualidad, esta censura implantada por los independentistas se hace latente cada día más. Silencio, que pretende imponer una Cataluña que no se corresponde con la realidad. Mientras ellos insisten en que casi los siete millones de catalanes son secesionistas, la existencia refleja lo contrario. Intentaron conseguir que todos los ciudadanos de Cataluña agarran las flores amarillas en defensa de los políticos presos en el día de Sant Jordi, pero la verdad es que tan solo 700.000 ilusos aceptaron la petición de llenar las calles de rosas amarillentas y la mayoría aposto por la clásica, rosa roja, por el color de la pasión, del amor, de la fraternidad.

Anhelo de los lideres independentistas, el de tener el monopolio ideológico, que, visto su complicidad con los CDR, intentaran conseguir cueste lo que cueste. Al contrario que en el País Vasco, donde ETA lucho por la independencia de Euskadi utilizando las armas, el catalanismo no dudara un segundo en servirse de las balas y de las víctimas como medio de persuasión al fallar los mecanismos democráticos.