Mundo amarillo

Tengo la buena, o mala costumbre, según como se mire, de leer varios periódicos a diario. Rutina, que anoche, como consecuencia de no haber podido ojear las noticias durante la jornada, he vuelto a practicar. Me gusta estar informado…

Aunque bueno, en ocasiones, en lugar de estar al tanto de la actualidad seria y relevante, siento que en realidad estoy desinformado. Confundido, no por mi ignorancia, sino porque los medios de comunicación generan este efecto desinformador. Periódicos serios, como El Español, El País, El Mundo… abrían sus ediciones digitales con el titular: “Pablo Iglesias e Irene Montero serán padres de mellizos”. Noticia, discúlpenme si no están de acuerdo, vulgar e irrelevante. No digo, que esta información desaparezca de los medios de comunicación, al contrario, pero debemos filtrar las noticias y cuadrarlas en el sitio y sección correspondiente. Ese titular no es digno de ocupar la cabecera de la prensa digital, y si lo es, entonces la prensa escrita está en decadencia. La prensa rosa y los suplementos del corazón de los periódicos se crearon para novedades como la de Iglesias y Montero. Si hacemos que los periódicos generalistas, a los que los lectores consideramos veraces y fiables, se ocupen de temas amarillos y morbosos, estaremos atentando contra uno de los principios del periodismo. 

Ya dije en una ocasión, que, qué sería de los columnistas y periodistas sin el morbo. No habría palabras que escribir ni lecturas que llevarse a la boca. Nos gusta lo paranormal, lo que nos saca de la cotidianidad. Cualquier cosa infrecuente, por muy satírica o chismosa que esta sea, llenará portadas o cabeceras de periódicos. Que Carolina Bescansa aparece con su bebe en el Congreso de los Diputados, primicia que va. Que Gabriel Rufián se trae una impresora al hemiciclo, reportaje que redacto.

El morbo se ha convertido en una fuente más de algunos periodistas. Primero fue la Wikipedia, donde estos informadores buscaban datos inexactos para adornar sus artículos. Ahora, ante la falta de actualizaciones de la Wikipedia, el chismorreo y el amarillismo son los nuevos surtidores de la actualidad. Porque como dijo Arturo Pérez-Reverte, a Rufián lo hemos creado nosotros. Los personajes como el showman del independentismo, han surgido, y son algo, gracias al morbo que tanto estimula a los medios de comunicación. Que, en lugar de informar de lo verdaderamente relevante, se centran en informaciones aparentemente interesantes, pero que, en el fondo, no nos importan a los comunes de los mortales. Porque seamos sensatos, ¿Alguien conocería el nombre y la cara de Gabriel Rufián si los medios no hubieran grabado cada una de sus intervenciones? Si todos los periódicos o canales de televisión, a excepción de TV3, hubieran ignorado las subiditas de tono y espectáculos del humorista soberanista, nadie conocería a este personaje.

Figura alargada que es reconocida incluso por los que no siguen la actualidad política. Twittero que es seguido por usuarios que pasan de la política, pero no de Rufián. Actor que ha conseguido su cometido, hacerse famoso a golpe de ingenio barato y a base de utilizar mentiras demagógicas como argumento. No hay miércoles en el que la monte, no hay sesión de control al gobierno en el que no veamos su cara de pillo y su lazo amarillo. Curiosamente, por culpa de eso, del amarillismo. Morbo que sirve de motivación para que los más tontos hagan relojes en un mundo amarillo.