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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Domingo, 18 de Febrero de 2018

La batalla de la lengua

¡Y parecía que la cosa agonizaba! ¡Cómo para fiarse! Ha bastado un anuncio sonda del gobierno en la partida de ajedrez, gambito de rey si tan alto apuntaran, o mejor, tremendo farol con pareja de cuatros o suicida órdago al juego contra la mano, para que el “movimiento” acomodado de los “Independentistas” notaran un fuerte pinchazo en el estómago y formaran falange.

 

Ni la Autoridad del Tribunal Constitucional, los autos del Tribunal Supremo, Sentencias del Tribunal Superior de Justicia y de los demás órganos judiciales; ni la privación de fondos del Estado y la retención de transferencias; ni la fuga de capitales privados, cambios de sedes, pérdidas de empleo; ni la reducción de visitantes o retirada de congresos, nada de eso ha importado un bledo, a lo Clark Gable, a ese ilustre grupo. Nada de nervios o inquietud, ni por órdenes internacionales de detención, ni por grabaciones de la actuación de los Mossos ni por todos los escandalosos “indicios” de haberse cometido los delitos, uno por uno, que se han cometido.

 

Ha bastado el anuncio, de la posibilidad de que el gobierno esté barajando la opción, dentro de otras muchas, de formar una comisión para el estudio de la conveniencia y oportunidad de nombrar un grupo de expertos que redacten un proyecto de norma (pausa para respirar) para la implantación progresiva del castellano como lengua vehicular en, por lo menos, un 25% (¡Hala qué locura¡) de la enseñanza, para despertar a la Hydra. Es decir, ná y menos para que haya cundido el pánico y todos los “chivatos” se enciendan anunciando peligro. Y es que la jugada es desesperada y maestra a la vez. Fruto de alguien que tiene pensado cada movimiento y los tres o cuatro siguientes a la previsible jugada del contrario. Una mente pausada que sólo se relaja, esporádicamente, en fiestas particulares. No sé si me explico.

 

Es maestra porque es una carga explosiva en los cimientos. Si se pierde la batalla de la lengua se pierde todo y en esa guerra el castellano, o español que me gusta más, lleva decenios perdiendo por la incompetencia de sus generales. Uno tras otro han demostrado su ineptitud e inferioridad frente a sus más taimados y previsores contrarios, cediendo terreno con tal de no verse obligados a pelear. Hasta aquí hemos llegado. ¡Ordago a la Grande y si tienes huevos y huevas, ovarios u ovarias, lo ves!

 

Además ha obligado a sus compañeros de partida a pronunciarse y ¡ZAS!, nuevo patinazo de su adversario más cercano. Esta vez, en lugar de ponerse de perfil y agachar la cabeza, cambia ambigüedad por oposición ¿Qué por ley sea obligatorio impartir, como mínimo, un 25% de horas lectivas en castellano? ¿Estamos locos o qué? ¿Lo siguiente que será, hacernos camboyanos del norte? Creía que lo había visto todo. En definitiva, los Rebeldes de Shangai saben que perdiendo la legua (incluida la imparcial TV3) se pierde la guerra. No a corto plazo, por inercia, pero sí a largo y con difícil reversión. Lo saben mejor que nadie.

 

Pero también es una medida desesperada. Demuestra que el contrario está inquieto por acabar la guerra cuanto antes porque la técnica del asedio no da resultados y está siendo demasiado lenta y costosa. Incluso amenaza con extenderse la infección al norte si no se cauteriza de inmediato la herida. Hay urgencia y un buen amigo me dijo un día . -En una negociación siempre pierde el que más prisa tiene-. Así que la negociación pasa a un segundo plano y espera turno.

 

Pero hay algo mucho peor, descorazonador. Supone reconocer, explícitamente, que la norma y lo que regula es necesaria, que no se imparte ese 25% de horas de enseñanza a los escolares en español (¡qué barbaridad!), es decir, en nuestra lengua oficial (Art. 3 CE), y que el gobierno lo sabe hace tiempo y no lo ha querido, podido o sabido solucionar. Que hay, no uno, ni dos, ni tres sino numerosas familias cuyos derechos civiles fundamentales son pisoteados con descaro desde hace tiempo a ciencia y conciencia de los garantes de la legalidad. Que la autoridad de los Juzgados y Tribunales puede ser férrea pero efectiva, lo que se dice efectiva no parece. ¿Ah qué no? Que en eso de saltarse la ley sigue habiendo castas, grados, y lo que te rondaré morena. Así es muy difícil pagar impuestos con una sonrisa.

 

¡No se vayan todavía aún hay más! (Porky dixit). Resulta que, a fuerza de contacto y costumbres parecidas, sus primos hermanos de comunidades vecinas, valenciana y balear, presentan los mismos síntomas. La medicina preventiva y las buenas y saludables costumbres aconsejan actuar previamente y no esperar consecuencias difícilmente reparables. Pero claro, dependerá de si conviene políticamente o no, ni mucho menos de si es legal.

 

Quien no conoce su historia está condenado a repetirla (Confucio, y otros muchos), pero, sinceramente, no confío en que nadie haga nada de nada, es más, estoy absolutamente seguro.

 

*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados

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