Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Entrevista a la mujer del vampiro

Oigan ustedes, dentro de unos días es el día en contra de la violencia de género machista, por eso quiero compartir con ustedes algo que me pasó en consulta hace muchos años y que escribí, ahora al reelerlo he vuelto a sentir escalofríos, entonces no había teléfonos de denuncia ni protocolos de actuación, cada uno de los médicos hacía lo que su entender le dictaba y casi todas las mujeres ni aceptaban la situación ni querían denunciar. Toda violencia no es tolerable.
Ayer atendí en consulta a una pareja. Edad media los dos, bien parecidos, correcta y normalmente vestidos. Ella, comedida, apocada y consumida. El, anodino, impersonal, aparentemente inocuo como el agua; incoloro, inodoro e insípido, vacío de expresión pero seguro, estable y dominante.
Primero entro el hombre seguido de la mujer. Ella no me miró a los ojos. El me dio a estrechar su mano, lo hizo sin fuerza ni tono. En el preciso instante que agarró mi palma, tuve la sensación de robo de energía. Fue desagradable, su miembro, no expresaba nada, pero lo que sí hacía era sorber mi energía. Retiré mi mano con expresión de asco, como si hubiera recibido un calambrazo. Le miré a la cara y percibí sus ojos fríos y desagradables de falta de humanidad, me di cuenta de que era consciente de lo que provocaba en los demás y que le gustaba su insólito poder y buscaba desarrollarlo. Aparté la mirada sorprendido y me fijé en la chica. Percibí dolor y sometimiento.
El empezó a hablar, me explicó que la enferma era ella, no él por supuesto, los vampiros son inmortales y no precisan de médicos, pensé. Me dijo que la mujer últimamente estaba muy triste y que al principio de su relación no era así, repitió cansino toda una serie de síntomas enfermizos, eterno, machacón e irreverente, su voz me taladró los tímpanos. Su tono era tan molesto como su mirada y el roce de su mano. No pude aguantar más y le pedí que si la paciente era su mujer, hablará entonces ella. Me di cuenta de que no le gustó mi comentario, que estaba acostumbrado a decidir él siempre, a dominar, a controlarlo todo y a todos. Afortunadamente calló, giró su rostro a la chica permitiéndole con un gesto que hablara. La mujer suspiró y me miró directamente. Cuanto sometimiento había en su expresión. Tuve la seguridad de que no estaba enferma, estaba engullida y anulada, cuanto dolor, cuanta tristeza, cuanto insulto.
Le hice la entrevista de rigor, ella contestó con monosílabos, afirmaba o negaba nada más, a veces le miraba de reojo con miedo según la pregunta, esperando permiso para proseguir. Al terminar la exploración todo era normal, no le encontré un solo hematoma, nada en la piél, ninguna deformidad articular. Claro, este monstruo no pegaba, hacía sangre en el alma y eso no se puede ver tan facil. Solicite una analítica, les acompañé a la puerta. Al despedirme dupliqué la distancia de seguridad para evitar nuevos calambrazos. No di la mano, un cabezazo prusiano fue suficiente para ser cortes expresando mi repulsa al vampiro. Se fueron lentamente, él delante, ella atrás cabizbaja. La mujer se paró, volteó el cuello y me miró con cara de angustia pidiendo socorro sin hablar pero aquella cara era un grito mudo desgarrador. Siguió andando con miedo. Volví al despacho. Me senté, suspiré dos veces incomodo, ¿Qué más podía hacer? ¿Llamar a la policía? no había lesiones, ella no había dicho nada pero era toda tan real, tan evidente....
Me di cuenta de que se había dejado el bolso en la silla, lo cogí y salí a devolverlo. Me encontré con ella en el pórtico de la puerta. Sus ojos a punto de estallar en lágrimas por la vergüenza pasada, la evidencia de la tortura padecida no era facil de enseñar. Mientras le daba el bolso me escuché a mí mismo decir; "no estás enferma pero si no lo dejas lo estarás o algo peor, este es el único tratamiento, denúncialó". Me miró, algo de agradecimiento se le escapó en la cara, oímos la voz aguda del monstruo llamándola desde el ascensor y salió despavorida. Me quedé quieto unos largos instantes para acabar diciendo: "Siguiente por favor..." y que no sea otro vampiro, pensé.
Dios, si existes, protégenos de los vampiros reales que viven entre y de nosotros.
* Rafael Simón Gallardo es médico y cuenta cuentos inveterado...
** Imagen: Jurica Koletić / Unsplash














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