Día Sábado, 22 de Noviembre de 2025
Catalanistas captados

Tristeza, pesar, incredulidad. Esos son los adjetivos que mejor pueden describir mis sensaciones al ver como Carles Puigdemont declaraba la independencia de Cataluña. Pero estos sentimientos se acentuaron al día siguiente cuando paseando por la Rambla Méndez Núñez, me di de bruces con una manifestación a favor de la soberanía catalana. Esteladas, enseñas comunistas… Un conglomerado de banderas, cuantas más mejor. Viva el nacionalismo, viva a la perdida de la razón.
Entiendo que, en Barcelona, Gerona, Lérida… y en el resto de municipios catalanes se celebren marchas a favor de la independencia. Pero en Alicante, pintan poco. Está claro que los participantes en esta manifestación están en su derecho, ya que el Derecho de reunión pacifica está recogido en el artículo 21 de la Constitución Española. Pero creo que las movilizaciones deben de ser constructivas, no destructivas, y toda marcha que atenta contra la nación o viola la carta magna, es de todo menos positiva.
Es gracioso, además, que la Constitución española que les permite movilizarse y montar un circo lleno de mentiras día tras día, sea el mismo ordenamiento que estos se saltan a la torera para llevar a cabo sus planes. Una falta de conocimiento de nuestra democracia, historia y sacrificio, una muestra de la ignorancia de los soberanistas, que creyendo sus propias mentiras y falsas verdades creen ser los creadores de un nuevo mundo, de una nueva política, de una nueva democracia en la que los ciudadanos pueden votar cuantas veces quieran…
Un modelo, el secesionista, que algunos quieren instaurar en la Comunidad Valenciana, Islas Baleares e incluso en Aragón. Los Países Catalanes Confederales lo han llegado a llamar. Un proyecto que suena a utópico pero que como es habitual en ellos, en los soberanistas, se lo creen y están dispuestos a hacer cualquier cosa para cumplir su objetivo. Sueñan con lograr la independencia, con crear una República Catalana, una nación poderosa y temible que como si Hitler se tratará cuando este invadió Austria, conquistaran territorio por territorio. Primero Alicante, luego Zaragoza y para apuntalar su gran reino, se echarán a la mar y asediar las Islas Baleares. No se conforman con romper España, quieren destruirla.
Demolición, que nunca ocurrirá, aunque a algunos les pese. No solo por nuestra Constitución, sino por el resto del mundo. Un orbe deseoso y confiado en ver una España unida y fuerte. Un mundo, que por mucho que se lo recorra Puigdemont, poco va a hacer. Por mucho que viaje a Bélgica o a la Conchinchina, nunca le van a abrir las puertas y los brazos, nunca van a pagar a un traidor o a creer a un mentiroso crónico.
Renegado, que desgraciadamente, ha conquistado el corazón de algunos de nuestros conciudadanos. Ideas que han calado en políticos y personas de la Comunidad Valenciana, almas que se han subido de polizones al barco del sin sentido, del nacionalismo y del independentismo.













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