Del Sábado, 04 de Octubre de 2025 al Jueves, 30 de Octubre de 2025
Llora España, ríen los radicales

Cuando me enteré de que la sede de Ciudadanos en Alicante había sido víctima de unas pintadas por parte de unos individuos, no podía contener mi rabia. Sin pensarlo dos veces compartí la fotografía que contenía el mensaje provocador haciendo referencia a una hipotética comparación entre Primo de Primera y el líder de mi partido. Algunos con imaginación y maldad por igual, no dudaron en utilizar el apellido de Albert Rivera como arma arrojadiza.
Suele ocurrir que los que presumen de tolerancia son los que más carecen de ella. Al igual, que los que se definen como demócratas son los más autoritarios. Véase Puigdemont, o la panda izquierdista radical capitaneada por Podemos, que vitorean a un dictador como Maduro, y ponen a Venezuela como ejemplo de Estado mientras tildan a España de régimen dictatorial. Una y otra vez están descubriendo su verdadera piel con una actitud antisistema atacando a los que piensan distinto como si fueran ellos los que tienen la verdad absoluta y los demás estuvieran equivocados. Nosotros somos los buenos, el resto son los malos. Les gusta dividir y destruir en lugar de unir o construir. Polarizar y generar odio entre la población.
Una rivalidad que se palpa y se siente. Y la semana pasada llegó a Alicante cuando unos escraches “atacaron” la sede de Ciudadanos. Unas pintadas que no solo suponen un ataque a las siglas de mi partido, sino a mi persona y hasta el último militante de la formación. Porque en Ciudadanos no somos autónomos, somos un equipo, que digo equipo, somos una familia. El que ataca al partido, atenta contra cada uno de nosotros. No solo perjuría a Albert Rivera, sino a nuestros valores y principios. Fundamentos, entre los que se encuentra la tolerancia, la democracia y la legalidad. Elementos que la persona o grupo de personas que violentaron nuestra sede no han acatado. Han violado la democracia y con ella la tolerancia al actuar de forma impulsiva y generando odio. Se la han saltado no solo con la pintada, sino por no defender el Estado de Derecho que promulga y ampara Ciudadanos.
Un servidor, el que escribe indignado estas líneas, no se considera ultraderechista, ni ninguno de los afiliados de Ciudadanos. Por mucho que el señor Pablo Iglesias y su sequito se empeñen en subirnos al carro de esa ideología, nosotros siempre estaremos en contra de cualquier corriente política totalitaria y que desprenda odio. Un rechazo hacia lo diferente, que, si profesa el comunismo, espectro político que, si apoyan los podemitas, pero por miedo o vergüenza propia, no reconocen su propio marco ideológico.
Dejemos las trincheras, aquellas que separaron España en una fecha de la cual prefiero no acordarme. Una época que ya ha pasado, pero que algunos están deseando revivir no con balas de fogueo y zumo de tomate en los teatros, sino en las calles y con munición y sangre de auténticas víctimas. Añoran esos tiempos en los que se hacía política con los presos o con los muertos y las propuestas eran una mera parafernalia sin ninguna importancia o efecto. Volvamos a la realidad, a la fraternidad que un día regreso a nuestras fronteras y no nos dejemos llevar por las emociones o unos enfrentamientos que no son constructivos, sino destructivos. Hostilidad que fracturara la unidad y la convivencia entre nosotros, compatriotas, hermanos, españoles.













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