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JORGE BRUGOS Martes, 17 de Octubre de 2017

Con corazón, sin razón

Al levantarse, mientras prepara el desayuno, Lluis tararea Els Segadors con emoción y con sentimiento. La piel se le pone de gallina mientras un escalofrió le recorre las entrañas. Pasión, amor, un objetivo común, la independencia, la libertad, la democracia. A continuación, victima todavía de la emoción del momento, escoge de su lista de reproducción una melodía regional catalana. No se puede pedir más, café recién molido, música patriótica, cantares de gesta y una independencia del pueblo catalán que ya se siente, se huele, se palpa.

 

Pese a que el sentido común les dice que una Cataluña soberana no es viable, ellos, los secesionistas, viven con ilusión cada paso que da el Govern en sus aspiraciones. Y es por ello, que viven de ilusiones. Ingenuos, actúan como si todo fuera bien. Como si del pueblo elegido se trataran y tuvieran que ser liberados por su líder Carles Puigdemont. Un Presidente que ha sido escogido a dedo por la CUP para llevar a cabo el anhelo independentista. Solo alguien con tanto pelo y tan poca cabeza podría emprender la labor de enviar a Cataluña a la prehistoria.

 

Un sueño, del que, gracias a Dios, muchos han despertado. Transformando su optimismo en realismo se han percatado de que el soberanismo no es viable, no se puede materializar. Entre ellos, Artur Mas, el precursor junto con Pujol del independentismo catalán, que sin pelos en la lengua ha reconocido que Cataluña no está preparada para ser un Estado independiente. Una verdad como un templo, una realidad que a muchos les cuesta asimilar. Como cuando suceden los grandes dramas o tragedias, los soberanistas más ortodoxos y radicales no cesan en su empeño de que su “nación” se emancipe de España. Pese a los grandes efectos económicos, sociales y judiciales que su aventura está acarreando, estos siguen confiando en derrotar al Estado, en que la aparente democracia tumbe a la legalidad, a la Constitución española.

 

Una ley que están dispuestos a saltarse a la torera por cumplir su sueño. Por fundirse junto a su único amor, Cataluña. Rehenes del corazón no se dejan guiar por la razón. Como cuando uno está enamorado, cualquier impedimento se convierte en enemigo para la causa. Todo sea por el amor. Afecto a Cataluña por el que no tienen reparo en violar todas las leyes por doquier, incluso las constituidas por ellos mismos. Todo vale cuando el amor de la bella y amada Cataluña está en juego.

 

Los sentimientos les nublan el juicio, están atolondrados, hipnotizados y encantados por una nación hipotética que no existe. Por una historia inventada y por una bandera copiada. Todo vale para justificar la independencia, cualquier elemento por muy chapucero o teatrero que sea es utilizado como propaganda y así aumentar el sentimentalismo de la sociedad. Una escapada hacia ninguna parte de la que hasta ellos mismos son conscientes. Mientras se imaginan una Cataluña prospera y rica, decenas de empresas se van de su patria querida cada día.

 

Si sueñas, independencia. Si vives de ilusiones, Cataluña.

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