Día Martes, 16 de Septiembre de 2025
Mucha mierda

Pasan las horas, los días y ahí sigue ese trozo de pizza mohoso que desprende un olor nefasto. No hay día que camine por la acera de los aledaños de mi urbanización y ese alimento no esté ahí, por llamarlo de alguna manera. Eso es de todo menos comida. Las hormigas se han afincado entre su masa utilizando el queso como almohada y la corteza como corredera. Muchos seres microscópicos convierten ese trozo de pizza en su hogar, una república independiente de su casa que no es tirada a la basura por el barrendero hasta una semana después.
Antes, cuando los ciudadanos decían que Alicante estaba sucio, yo creía que era una utopía, una mera estrategia para dañar la imagen del tripartito, o una queja sin fundamento. En estos momentos, la basura y la insalubridad de nuestra ciudad es real. El olor de la pólvora de las mascletas se combina con la fragancia de la suciedad. Una, que no es normal en una urbe como Alicante con millones de turistas al año, que de forma errónea etiquetaran a los habitantes de este paraíso como impúdicos y cerdos. Juicios que hacen daño tanto a la ciudad como a España en general. Cuando un sitio atrae a tantos extranjeros procedentes de todos los rincones de Europa e incluso del mundo debe de cuidar la estética. Por mucho que haya exposiciones de los Mayas en el MARQ o porque exprimamos la Volvo Ocean Race, Alicante no será recordada por los visitantes por su oferta cultural y de ocio, sino por la suciedad que inunda a la ciudad. La gente no se acuerda de las olas del mar, sino de las medusas que le picarón en él.
Cuando el consistorio tenía como objetivo limpiar Alicante, tendría que haber planteado la consigna tanto en sentido metafórico y literal. No solo acabar con la basura política, sino también con la tangible, la que se ve y se huele. Cuando llegué a esta ciudad procedente de Madrid en el año 2014 tenía el concepto de que Alicante, como consecuencia de mis veraneos anuales en las playas levantinas, era un lugar limpio y acogedor. Con el paso del tiempo, y coincidiendo con la llegada al poder del tripartito, la urbe que brillaba de forma resplandeciente, en donde no había ni una colilla cuando paseaba, se ha ido convirtiendo en un lugar hostil donde las minas de basura son un peligro para la integridad y para la salubridad.
Creo que nadie, es decir ningún residente, turista o excursionista quiere estar en una ciudad donde la basura distorsiona la belleza de Alicante. Del mismo modo que por muy guapa que sea una mujer si tiene la cara manchada esta no será considerada bella por el mero hecho de que la suciedad habrá ocultado su hermosura. La ciudad debe de hacer gala de su belleza, hacer un lavado de cara para que la roña no enturbie cada rincón de Alicante.
Porque no solo se debe limpiar la ciudad de corrupción, sino también de polución. Todos nos meremos una purificación total, ya sea de chorizos o de pizzas.
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