Día Martes, 16 de Septiembre de 2025
Dictadores con piel de demócratas

Estoy leyendo 1984, novela de George Orwell en la que el escritor británico describe con todo lujo de detalles un régimen dictatorial en el que los habitantes no son ciudadanos, sino súbditos, en donde las personas no tienen libertad, sino represión. Un gobierno que me resulta familiar, no al que se dio en la Alemania nazi, ni el de Corea del Norte. Sino uno instaurado en nuestras fronteras, en España, más concretamente, en Cataluña.
Creo, que el titulo de la obra de Orwell no tendría que ser un número, este debería de ser una palabra, o más bien un nombre, la denominación de una región de nuestro país, Cataluña. Cada vocablo, cada párrafo y cada página relatan la situación que se vive en este rincón de España. Manipulación de la historia, reinscripción de libros, establecimiento de una lengua que le diferencie del resto del mundo, adoctrinamiento de la sociedad, invención de héroes que no existieron para crear unas raíces falsas y rivalizar con un enemigo para mantener al pueblo unido.
Se ha visto, como la Generalitat ha manipulado los libros de historia de los colegios inventándose sus propias memorias, unas en las que el Estado es el enemigo, el régimen opresor que no somete al pueblo catalán y le priva de libertad. Un pueblo catalán que se inventa héroes y mártires para justificar sus intentos soberanistas. Gobierno independentista que discrimina a los catalanes que se sienten españoles, los tilda de traidores y se olvida de ellos como si estos no fueran parte de esa nación, como ellos la llaman. Un purga dictatorial que no respeta a los que piensan diferente. Una lucha sin cuartel y sin dialogo por conseguir lo que quieren, una republica independiente de su casa, Cataluña.
Es gracioso que Carles Puigdemont pida dialogo cuando él es el primero que no cede la palabra a los que piensan distinto, censura a los que no creen en el soberanismo y les persigue como si fueran criminales. Del mismo modo que los que más presumen de tolerancia son los que menos respeto tienen, los que más alardean de ser demócratas son los que menos lo son. En el caso de la Generalitat no es una excepción, estos no paran de dar lecciones de dialogo, de comprensión, de democracia. Pero lo cierto es que tienen poco de demócratas, y mucho de dictadores. Unos absolutistas que de conseguir una Cataluña independiente gobernaran de forma autoritaria. Golpistas que quieren librarse del Estado español, su enemigo, para poder dirigir su país con mano de hierro represaliando a los detractores.
De conseguir la independencia, Cataluña va a ser una republica, pero no una en la que la reine la transigencia, como la francesa, sino otra en la que el sectarismo y el nacionalismo serán uno de los pilares. Una Republica Nacional de Cataluña en la que el dictador será el amo y señor del lugar, en donde las personas, como en la novela de Orwell, no son ciudadanos, sino subyugados de un sistema totalitario.
Un entramado que algunos ya han establecido, un gobierno con tanto nacionalismo y despotismo que en ocasiones como dicen ciudadanos catalanes, recuerda a un régimen fascista. Un fascismo disfrazado de democracia, un dictador camuflado en la piel de un demócrata, un mentiroso llamado Puigdemont que no solo quiere engañar a España sino también a su pueblo.
*Imagen: La portavoz del Gobierno de la Generalitat, Neus Munté.
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