El espíritu viajero de Azorín que partió de Monóvar
Uno de los grandes escritores de viaje del siglo XX es un literato de pedigrí oriundo de tierras alicantinas. José Martínez Ruiz, el escritor de palabra nítida, frase contenida e indagación en el alma del paisaje nos invita a viajar en y con él. Su frase corta, prístina, directa, nos sitúa de inmediato en el lugar que el escritor describe y nos invita a visitarlo, a vivirlo, a hacerlo nuestro. Una de las plumas que marcó la Generación del 98.
La palabra de Azorín puede hacernos viajar y disfrutar del viaje. Respiramos los amaneceres que tan bien describe, nos asomamos a sus balcones, avanzamos por una maraña de calles; todo ello con una adjetivación que ralla la perfección: “Las casas están jaharradas con blanco yeso o enjabelgadas con cal nítida”. Con esa breve frase el autor alicantino nos hace oler el yeso, casi paladear la acidez de la cal, sentir la esencia de las calles... El lector hace suyas, gracias a la palabra de Azorín, la esencia de las ciudades que describe en sus obras. Sin nombres propios, sin descripciones turísticas. Solo con el lenguaje despojado de un gran escritor para captar el 'alma' de las ciudades.
La pluma literaria de José Martínez Ruiz, en lo que a viajes y aventuras se refiere, ha pergeñado pequeñas joyas de obligada lectura. En su libro España (1941), el viejo maestro nos ofrece muchos pequeños viajes. Su lenguaje sencillo y directo contribuye a que esos pequeños mundos nos fascinen y conmuevan. Somos viajeros de 2015 que hemos paseado, a lo largo de nuestra vida, por ciudades cono Sigüenza, Pedraza, Peñaranda de Duero, Peñafiel, Atienza... Pues bien, la ciudad sin nombre que recorre Azorín en su escritura nos recuerda a todas ellas. Uno de los libros más celebrados de Azorín es Ruta de Don Quijote. En ella, el de Monóvar recorre los pueblos de la Mancha quijotesca y cervantina y los descubre por sí mismo, elaborando una serie de artículos de viaje que tenían mucho de literarios. Redescubría en su tiempo los caminos, las ventas, los pueblos y las gentes que retrató Cervantes en su Quijote.
Otra de sus obras tiene un título evocador: Un pueblecito. Riofrío de Ávila. El incunable, de por sí, es un viaje. Entre reflexiones sobre Blanchard, Rousseau, Mérimée, Juan Valera o Nietzsche, el escritor de Monóvar nos va conduciendo por sus viejas páginas como si fuéramos caminantes que respiramos las calles del pueblo. El viaje como evocación tiene un hondo significado en Azorín: cuando era pequeño leía en los libros sobre lugares fascinantes que soñaba visitar y que al ser adulto tuvo la ocasión de conocer en primera persona; cuando ya fue demasiado viejo como para seguir viajando, escribió artículos en los que imaginaba que regresaba a esos lugares que amó y emprendió con sus textos los viajes que sabía ya no repitiría. José Martínez Ruiz falleció en Madrid en 1967. Pero esta escapada con historia por tierras alicantinas no estaría completa si el viajero no retorna al pueblo que vio nacer al literato. El origen de su genio creativo.
Con casi 13.000 habitantes censados, Monóvar (Medio Vinalopó) cuenta con varios reclamos monumentales que llaman la atención de quien los visita: el Ayuntamiento (siglo XIX), la iglesia arciprestal de San Juan Bautista (siglo XVIII), la de los Capuchinos o las ruinas de su antiguo castillo árabe.
*Javier Ramos es periodista. Administra el blog Lugares con Historia

















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