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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Lunes, 23 de Noviembre de 2015

El Día Mundial del retrete

Poco podía sospechar, al levantarme el 19 de este mes, que un gesto tan cotidiano como repetido y necesario, me llevaba a honrar los designios de la ONU. Organización mundial tan inútil como necesaria, como se ha puesto de manifiesto en sus setenta años y casi un mes de existencia.

Altos dignatarios de la misma, sus asesores, comités de estudio y funcionarios bien retribuidos, subvencionados y exentos de presiones fiscales, habitantes de la sede neoyorquina del Olimpo, desde sus atalayas de observación del mundo mundial (y de la bolsa bursátil) estimaron la imperiosa necesidad de dedicar una trescienta-sesenta y cinco-ava parte del año a uno de los utensilios más revolucionarios de la inteligencia y creatividad humana. Y es que, efectivamente, se trata de un verdadero “utensilio” en el sentido etimológico de la palabra, porque sobre todo es útil y no sólo para actividades y destinos inicialmente ideados sino para otros muchos que le son adyacentes y que han venido poniéndose de relieve a lo largo de su existencia. Aunque se conocen antecedentes más lejanos (pues desde que el hombre es hombre – en génerico de humano, que ningún postmoderno de la corrección política se me enfade – ha tenido necesidad de él), al parecer el tatarabuelo del actual sistema data de finales del siglo XVI y su patente, con sistema en “S” de vasos comunicantes, de finales del XVIII, es decir, casi anteayer. El éxito radica, en mi opinión siempre, en su versatilidad y adaptabilidad.

Cada cual, en uso de su inalienable libertad íntima – hasta que algún fundamentalista pretenda privarnos de ella – acompaña a su finalidad tradicional otras derivadas del gusto o personalidad del usuario. Este retiro espiritual e individual, este “retirete” de donde adopta su nombre, ha sido precursor y fomentador de la lectura tanto clásica, como de diarios (incluso no deportivos) y papel couche para acabar, en caso de necesidad, con prospectos médicos, etiquetas de gel y champú, lista de compras o catálogos de Ikea. Igualmente hay quien aprovecha para ponerse al día radiofónicamente o quien se sume en los más profundos pensamientos y quien encuentra la respuesta a enigmas que la vorágine externa le impide visualizar, en ese momento de paz y sosiego. Algún autor ha discutido el tradicional descubrimiento newtoniano de la gravedad, apuntando que no fue provocado por la caída de una jugosa manzana sino por algo mucho más escatológico y, por supuesto, menos romántico y jugoso. Claro que también hay runners del wc que cronometran sus visitas sin que, que se sepa, sea aún deporte olímpico y hay hasta quien dedica sus pensamientos y obras del momento a enemigos, familiares directos o colaterales por afinidad.

Pero su finalidad inicial es deshacerse de forma discreta, rápida y limpia de aquello que nos sobra y que, si se  mantiene demasiado tiempo en nuestra compañía, puede resultar molesto, perjudicial o incluso letal. La capacidad del instrumento para ello me lleva a proponer, precisamente, esta aplicación que aún no ha encontrado versión digital ni vía Android, Apple o cualquier otro sistema operativo y que, por circunstancias obvias, tardará en inventarse. Por eso, propongo que cada uno arroje a las fauces de su tigre particular aquello que considere sobrante para sí mismo y para la sociedad en general, tirando después de una virtual cadena que vuelva a dejarlo en condiciones de engullir nuevas inmundicias. Resulta difícil decidirse, pero por empezar por alguna de estas sobras, arrojo al mismo la actitud mojigata de todos aquellos que ante ataques directos a su propia cultura, sociedad, forma de vida y logros comunes que tanto han costado obtener, reniegan de ello y apoyan, al no condenar activamente, a quienes por métodos violentos nos quieren arrebatar lo que somos.

Todos esos mediocres, incultos, advenedizos amamantados del propio sistema que no tienen el valor de defender y miran hacia otro lado o que, en el colmo de la cobardía, esconden su miedo impartiendo lecciones de realidad torcida a su antojo para adoctrinar a otros como ellos. Esos que jamás entenderán, pues nunca han tenido voluntad de hacerlo, que la defensa a ultranza de lo que somos permite su existencia. Esos papagayos de consignas ajenas; esos que si se pararan y pensaran, además de tener jaqueca por falta de costumbre, se espantarían de su mal ejemplo. Esos que, al parecer, solo se crían aquí y que me hacen envidiar la unión, fortaleza y sentido común ante la adversidad de nuestros países vecinos. La lista de basuras y suciedades es larga, muy larga, por eso que cada cual arroje aquello que considere al homenajeado retrete y, finalmente, que tire de la cadena. Seguro que se sentirá aliviado.  

 

*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados

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