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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Sábado, 17 de Octubre de 2015

Las leyes de la probabilidad

Con independencia de lo fiel que sea a la leyenda artúrica, “Excalibur” (John Boorman) es una gozada de película. Es cierto que Lanzarote parece más un brillante efebo metrosexual que un caballero curtido en cien batallas, pero pasa desapercibido ante momentos y escenas imposibles de olvidar. Carmina Burana sonando a toda potencia acompañado a los Caballeros a su última batalla. El Rey Arturo (el de Bretaña) a la cabeza, reverdeciendo campos y floreciendo devastados bosques, o su maravillosa frase tras beber del Santo Grial “No sabía lo vacía que tenía el alma hasta que la he llenado”. No se puede decir más con menos, y si no que venga D. Francisco de Quevedo y lo  vea.

Entre ellas, especialmente al caso viene la profética que Merlín (que no Mérlin) susurra al oído de un Arturo alcoholizado de amor por Ginebra, avisándole que ella será su perdición y la de un buen amigo, “Todos los hombres piensan que las leyes de la probabilidad son canceladas por el Amor”. Bien entendida viene a significar que si anda, vuela y come como un pato, necesariamente es y será un pato aunque se confíe que, para el caso particular, por amor, amistad o promesa, cambiará de esencia, forma de ser o de pensar. Es decir, la famosa fábula del escorpión y la rana en que ambos acaban jodidos por no poder escapar de su, nuestra, propia naturaleza. Constante Universal a repetir infinitamente ante las mismas situaciones y contextos que tendemos a olvidar o, mejor, a cumplir a pie de letra una y otra vez.

Quien delante nuestra critica sin piedad a otros tarde, o más bien temprano, nos convertirá en su blanco. Estadísticamente inevitable. Si quien se jacta de de no atender sus deudas te pide prestado olvídate de recuperarlo, da igual la cercanía de la relación. Del mismo modo, cuando alguien aboga por la desobediencia a la Ley y anima a sus acólitos a seguirle se coloca directamente en ese contexto y olvida que hay algunas que, por mucho que quiera, no puede evitar. No se puede desobedecer la Ley de la Gravedad como no se puede escapar de la Ley de la Probabilidad, por independiente y soberano que uno se crea o pretenda ser. No respetar la Ley por considerarla injusta no sólo insulta a Sócrates sino que demuestra la esencia del personaje y su actitud ante aquello que no le conviene o acomoda. Hoy no respeto una Ley injusta y mañana ¿me parecerán todas justas? ¿Cómo debo comportarme ante alguien que haga lo propio e incumpla una Ley Injusta que yo considere Justa y respetable? Claramente el sujeto tiene infectado el ADN enfermo de autoritaritis y mesianitis a partes iguales mezclados, no agitados y, por la inevitable Ley de la Probabilidad, volverá a desatender aquello que le incomode, le perturbe o le atormente, a lo Esperanza Gracia nocturna. Podrá disfrazarlo y vestirlo como quiera con tal de convencer a adeptos ya convencidos de inicio. Podrá dictar normas y bautizarlas, por ejemplo, “Ley de Revocación de la Ley Estatal Opresora Injusta del Pueblo...…”, o “Ley de Devolución de los Derechos Sustraídos al Pueblo Soberano de….” tirando de definición persuasiva tan de moda actualmente. Los puntos son para rellenar a gusto del lector. Matemática casi exacta porque la suma de los cerebros cuadrados de estos catetos arroja un resultado ya previsto desde la Grecia Antigua. Por eso pocas, o ninguna, garantía existe de que desobedecidas y barridas las “injustas” normas pasándose por el forro formas, medios y liturgias, y sustituido un sistema por otro mediante acciones extrañas y contrarias a las reguladas, quien le sustituya será más respetuoso con los mismos derechos que ha pisoteado, que ha despreciado. Es más si, encima, resulta impune se convierte en un grave precedente que sacude los cimientos del sistema amenazando su estabilidad.

Por aplicación de la Ley de la Probabilidad, fuertemente anudada a la personalidad, lo previsible es que se repita la situación y que cualquier impedimento o traba, provenga de dónde sea y sea justo, injusto o medio pensionista será evitado o eliminado por el mismo procedimiento ajustado a la legalidad vigente, esto es, a las bravas también conocido como “Estilo Texas”. La necesaria tranquilidad que todo ello proporciona al tejido económico y la total seguridad al pueblo de que sus derechos fundamentales serán siempre respetados es, por decirlo claramente, ninguna, aunque sus seguidores confíen en que, para ellos, las leyes de la probabilidad serán canceladas por el amor. Dos claras razones completan la fórmula. Una, se trata de un afecto de dirección única y por tanto, más parecido a un agujero negro devorador de materia y energía, que a un frontón.

La segunda, obvia, es que ya te avisé, soy un escorpión y pico. Si además se ha hecho ya anteriormente y sin consecuencias, un paraíso terrenal para el arácnido. Vaya panorama y antecedentes para pretender ingresar en cualquier club o unión porque, precisamente, esta desobediencia imprime más carácter que el sacerdocio y lo esencial para ingresar es atender y respetar los estatutos o normas fundacionales. ¡Cualquiera se fía!. Eso sí, finalmente Arturo es masacrado por sí mismo, pues es Mordred su propio hijo proveniente del incesto y sus huestes quienes acaban con los Pendragon, dejando un único superviviente de todo ello que inicia una nueva era. Lo que ya no sé es si se trata de una profecía o de otra fórmula matemática.

 

*Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados

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