El fortín de Benidorm en las guerras civiles de la antigua Roma

El siglo I a.C. es, sin duda, el más interesante en la historia de la Antigua Roma. En esta centuria aparecieron nombres de indeleble recuerdo como Julio César, Craso, Mario u Octavio. Pero sobre todo un personaje enigmático, ensalzado por unos y denostado por otros, jugó un papel clave en el devenir de uno de los mayores imperios de la Antigüedad. Me refiero a Quinto Sertorio, un general que desafió el poder del Senado y se enfrentó desde tierras de Hispania a Pompeyo el Grande en una guerra civil en la que el Tossal de La Cala, en Benidorm, se convirtió en un fortín de indudable valor defensivo y estratégico.

Hace más de dos mil años Sertorio mandó construir allí un enclave militar dotado de estancias o contubernios para el descanso de las tropas, un archivo para guardar la información que se obtenía del enemigo, un hospital para curar heridos o una herrería para forjar las armas de guerra, entre otros. Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Alicante trabaja en el Tossal de La Cala para prolongar unas excavaciones que han permitido descubrir una muralla romana del año 77 a.C. Se trata de una de las más antiguas de las encontradas hasta ahora en el sureste de la Hispania romana.

Al fondo, excavaciones en el Tossal de Benidorm.[/caption] Sertorio, que había ocupado el cargo de gobernador de la Hispania Citerior (una de las dos provincias en las que Roma dividió nuestro territorio tras su conquista) se rebeló contra el dictador impuesto por el Senado, Sila, y le combatió desde la propia Hispania cuando estallaron las guerras civiles ente populares y conservadores. Sertorio mostró sus simpatías por los primeros. Con el ánimo de acabar con la insurgencia en la península ibérica, Sila envió a dos de los mejores comandantes de la República: primero Metelo Pío y después al célebre Pompeyo, quien desniveló la balanza a favor de los conservadores. Pero no fue una batalla, sino una conspiración liderada por Marco Perpenna, la que finiquitó la resistencia de Sertorio y de las tribus íberas que lo apoyaron en 74 a.C. El castellum de La Cala formaba parte de la red defensiva que fue planificada por Sertorio y que también incluía los fuertes de Cap Negret (Altea), Penyal (Calpe), Portet (Moraira) y del Montgó (Dénia). A través de estas fortificaciones, el valeroso general romano llegó a controlar la navegación de las naves mercantes del Senado romano (aliadas de Pompeyo) que rebasaban el Cap de la Nau (Xàbia) y se dirigían a Cartagena, que era su puerto natural.

Enclaves como el benidormense se situaban sobre acantilados y calas de difícil acceso, por lo que cumplían un papel fundamental fiscalizando el trasiego de navíos amigos o enemigos en las hostilidades navales de la guerra. De toda la costa de Levante, Sertorio escogió como base principal la de Dianium (la actual Dénia) El origen de los restos de La Cala ha suscitado dudas entre los historiadores. Se creía que se remontaban al siglo IV a.C y eran de origen ibero. Pero el hallazgo de las lanzas de guerra que utilizaban los legionarios romanos en las batallas (llamadas pillum), fragmentos de vajilla militar o esquirlas de huesos empleados para la escritura desmontaron aquella tesis.

La historia de este lugar es solo uno de los numerosos atractivos que ofrece la ciudad del turismo por antonomasia. Con una amplísima oferta de hotelera y de ocio, Benidorm sobresale por la excelente calidad de sus dos playas más conocidas, las de Levante y Poniente. La ciudad alicantina no cuenta con demasiado patrimonio monumental, aunque para interés del viajero podríamos enumerar la iglesia parroquial del siglo XVIII y el castillo. A destacar también el espléndido mirador al mar que supone el Balcón del Mediterráneo.

*Javier Ramos es periodista. Administra el blog Lugares con Historia