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ROSA SÁNCHEZ Lunes, 04 de Mayo de 2015

A contracorriente

Hoy os quiero contar un pequeño cuento, la leyenda de las carpas japonesas, que un amigo me recordó el fin de semana pasado, mientras arreglábamos el mundo entre copas y risas. Según reza, hace mucho, mucho tiempo, se vio en el país del Sol Naciente un gran banco de carpas. Unas carpas que destacaban por su variedad de brillantes colores. Nadaban río arriba, luchando contra la corriente para seguir su camino. No era una empresa fácil, pero no desistieron.

 

Sin embargo, en una zona más escarpada del río, estos peces tuvieron que parar pues se encontraron con unas cataratas que les cortaban el paso. Ante este nuevo obstáculo, muchas de ellas se dieron por vencidas, dejándose llevar por la fuerza del río. Pero 360 decidieron continuar. El ruido que hacían las carpas al saltar y nadar intentando superar las cataratas hizo que unos traviesos demonios que por ahí merodeaban decidieran hacerles aún más complicada su misión y aumentaron la altura de las cataratas. No se habían rendido antes y no lo hicieron entonces. Perseverantes, siguieron intentándolo durante 100 años, siempre según cuenta la leyenda. Los demonios no imaginaron que estos animales pudieran ser tan constantes y testarudos y se cansaron del juego. Así, una de estas carpas consiguió dar un gran salto y pasar la última catarata.

 

El paso de esta catarata, que era conocida como la Puerta del Dragón, hizo que esta pequeña carpa fuese recompensada y se convirtiera en un dragón celestial. Desde entonces se dice que cualquier carpa que consiga pasar esa puerta se convertirá también en un dragón Quizás sea por mi educación cristiana-católica (no me faltó de nada, desde el colegio de Hijas de la Caridad hasta la UCAM, pasando por Salesianos), por mi carácter o incluso por necesidad vital, desde que recuerdo he creído firmemente que a las personas buenas les pasan cosas buenas (y al revés), que los errores se pagan y que el esfuerzo tiene su recompensa. Sea como sea, sigo confiando en ello. Pero también la vida me ha enseñado que hay personas con las que el karma (ahora lo llaman así) es más benevolente que con otras.

 

Aunque ya he dicho alguna vez que todos llevamos nuestra cruz, más o menos pesada, hay a quienes la vida le hace un poquito más fácil el camino y hay a quienes conseguir nuestras metas y hacer realidad nuestros sueños nos cuesta más; nos toca luchar contra la corriente, como las carpas. A veces tengo la tentación de abandonar y dejarme arrastrar río abajo, pero cuando miro a mi alrededor, entre mis amigos, veo a otras carpas, peleando como yo contra la corriente y contra nuestros propios demonios para alcanzar la última catarata. Y ésa es una de las fuentes de las que cojo fuerza y que me impulsa hacia adelante. No nos rendiremos, porque somos “Supercarpas”. ¿Y vosotros, también sois carpas? *Rosa Sánchez es periodista. Máster en Dircom y en Marketing de Moda y Belleza. Especialista en Redes Sociales.  

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