Día Martes, 30 de Diciembre de 2025
IVÁN ZALINKEVICIUS
La Constitución cumple 36 años
36 años se cumplieron ayer, 35 cumpleaños tiene a sus espaldas. Un 6 de diciembre pero del año 1978 se acercaron a las urnas 58,97 españoles de cada 100 que podían votar. De éstos, 88,78 de cada 100 que votaron dijeron SÍ en su papeleta. Era un momento de muchas tensiones, hacía relativamente no muchos telediarios que habían desenchufado al Generalísimo y el punto de inflexión que daría lugar a un cambio de rumbo de una magnitud que asustaba se notaba cerca.
El miedo, las tensiones, la confusión, no tenían otro motivo que el nerviosismo de los españoles, temerosos de saber si este nuevo giro les iba a recordar de nuevo un tiempo que ya creyeron terminado para siempre con la muerte del Dictador. Me pregunto por qué no votaron todos, y por qué, si es que todos creían que debía instaurarse un sistema democrático, no votaron que sí. No sé, yo no estaba, no sé cómo se dieron las cosas ni qué fue exactamente lo que pasó. No sé cuáles fueron los motivos que movieron a cada uno a expresarse en las urnas tal y como lo hizo.
Es muy complicado pretender analizar el pasado desde el presente. Un pasado que, aunque relativamente cerca, cada vez da la impresión de estar más lejos. Un pasado que me recuerda, mientras ojeo las páginas de un minúsculo ejemplar de nuestra actual Constitución, a un futuro que, aunque creamos ya ocurrido, se queda demasiado lejos de la realidad. Me resulta extraño celebrar con orgullo el día de la aprobación refrendada del texto constitucional cuando realmente lo que, bajo mi humilde punto de vista, debería ser celebrado es el cumplimiento de esos objetivos, que cada día veo más lejanos, planteados en nuestra Carta Magna. A pesar de ser reconocidamente utópico el preámbulo del profesor Tierno Galván, leerlo 36 años después de su redacción, hace pensar que se queda corto el calificarlo como tal. Engañarse a uno mismo sería negar los enormes avances que se han dado desde aquel momento hasta la actualidad.
La construcción de un Estado social y la creación de todas y cada una de las instituciones que nos permitieron alcanzar aquel Estado del bienestar son las más claras muestras que me hacen pensar que quienes depositaron su confianza a favor de la Constitución en las urnas no tienen motivo alguno para sentirse decepcionados. Sin embargo, creo que sería engañarse a uno mismo y distorsionar la realidad todavía más decir que aquel documento de hoy 36 años de edad no requiere ningún cambio ni modificación. No es que requiera una o muchas modificaciones, es que lo primero que necesita nuestra ley fundamental es su total cumplimiento. Nada es más hipócrita y triste para la democracia que aquellos que dicen ser garantes del Estado constitucional sean los primeros que gobiernen en contra del espíritu de igualdad, progreso y ciudadanía que el propio texto propone. Disculpen mi atrevimiento pero- igual soy yo- no conozco persona alguna que se crea de verdad aquello de que” La Nación española proclama su voluntad de establecer una sociedad democrática avanzada”.
Sí, yo lo quiero y supongo que prácticamente la totalidad de ustedes también. Pero de ahí a que algunos digan que nuestro sistema democrático está absolutamente asentado y que en este país se cumplen a raja tabla los derechos humanos hay un trecho demasiado grande. Numerosas son las carencias tanto democráticas como sociales que tiene España y que a pesar de su reconocimiento en la Constitución ni se cumplen, ni se mencionan ni hay voluntad política en este momento para intentarlas paliar. No diré aquello de que no fue una Transición sino una Transacción, aunque al fin y al cabo acabó ocurriendo todo lo que Franco dejó atado y bien atado. Los españoles eran conscientes de ello y muchos decidieron pasar página con - o al menos es lo que me parece desde el presente- no muchas intenciones de repasarla a fondo.
No es que fuera una transacción: es que, fuera lo que fuera, no se terminó jamás del todo y es aquí donde reside el problema del debate constitucional. El pasar de un régimen dictatorial a otro democrático no se hace redactando una nueva Carta Magna, por avanzada que pueda ser, y ya está. Se debe legislar en profundidad para que no quede ni un limbo legal que no esté regulado y se debe vigilar que se cumpla en todos los sentidos lo que la Constitución expone. Porque si no es así, qué sentido tiene que reivindiquemos la aprobación de un texto inconcluso, todavía por terminar y detallar en profundidad y que en muchos aspectos no se cumple? 36 años después, para un nacido 19 años más tarde de la ratificación de la Ley Fundamental de España , todo aquello que enuncia la Constitución sigue estando todavía demasiado lejos de ser real a pesar de todos los avances que han tenido lugar. Por eso hoy siento rabia.
En este cumpleaños de aquel texto que tan motivo de debate es hoy y que tan reformado necesita ser para adaptarse al tiempo en el que estamos, siento mucha rabia por todos aquellos que se aferran a la Constitución por encima de todo como si aquel texto fuera garante del reconocimiento de la dignidad de las personas per se. En efecto lo es, pero qué sentido tiene reivindicarlo constantemente y de forma cuasi retrógrada muchas veces, cuando realmente se incumple en infinitas ocasiones. Echo de menos un debate cara a cara entre aquellos que enarbolan la bandera del constitucionalismo frente a los no tienen una vivienda o un salario básico para vivir con aquella dignidad que aunque la misma Constitución les reconoce, desde el centro más intransigente hasta todo el abanico de la derecha, nadie hace nada por cumplir.
El debate Constitución sí, Constitución no y sus derivados, acaba siendo la perfecta cortina de humo para tapar las verdaderas necesidades de un sistema que no puede vivir con los mismos cimientos que tenía hace más de tres décadas. Al mismo tiempo que todos hablan y nadie actúa, olvidamos la valentía y la alta estima a la democracia que tenían aquellos que, a pesar de que creyeran que el texto estaba inconcluso y no querían olvidar las atrocidades del franquismo, votaron Sí a aquella Constitución. Ratificaron aquel texto, que tan mal utilizamos como argumento para todo, porque creyeron que sería el consenso y el reconocimiento de todas las posturas lo que daría a la ciudadanía una verdadera libertad política. Por eso ahora en el aniversario de la Constitución no podemos ni debemos olvidar los cuatro pilares básicos que deben fundamentar nuestra visión de la Carta Magna pues a la Constitución solo deben y debemos: Reivindicarla, terminarla, adaptarla y, sobre todo, antes de hablar y utilizarla, lo primero que en su totalidad deben y debemos hacer, es cumplirla.
*Ivan Zalinkevicius es estudiante de segundo de bachillerato, activista estudiantil y Secretario de organización de Juventudes Socialistas de Alicante.



















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.175