Je suis Désolé (¿o no?)

Bons jours amis français. Ha sido un triste alivio comprobar que en eso de dirigentes bobos, que desaprovechan cualquier magnífica ocasión para estar callados estáis, junto con nosotros, a la vanguardia. Si dudáis, echad una visual a vuestra ex ministra (Dieu merci) de Sanidad y Deportes Roselyne Bachelot, que se permite difamar gratuitamente al grande, más que grande inmenso, lábaro y bandera del esfuerzo, limpieza y sacrificio en el deporte, Sir Rafael Nadal, quien hace tiempo viene mereciendo ser elevado a los altares de la nobleza nacional por méritos más que evidentes.

No creo que esto le preocupe, ni que le ocupe un segundo, en materia de títulos va sobrado. Esta salida de tono –y de tonto– solo puede obedecer a la ignorancia y mediocridad del personaje y nunca al sentir general galo. En caso contrario me llevaría a pensar que hay algo freudiano, latente y oculto en el subconsciente que renace con fuerza ante el éxito del vecino, del cuñado o del conocido, silenciosamente envidiado. Me trasladaría a los quince títulos masculinos de vuestro Open ganados por nuestros tenistas y tenistos (nueve D. Rafael), y a las hazañas de Arantxa en ese mismo campo de batalla desesperando a adversarios, incluido público. Me haría pensar en el malestar del vecino ante la bandera e himno nacional ajeno e incómodo que, más de una vez, han de escuchar a su pesar.

Eso sí, a César lo que es de César, silenciosamente y con respeto; la rabia contenida por dentro. Muestra de educación y comportamiento ante el que algunos propios deberían sentir vergüenza, si tuvieran de eso. Podría seguir la interminable la lista con Bahamondes, Ocaña, Perico, Induráin, Pereiro y Contador, poniendo molestas picas deportivas en el Flandes galo, o a la gesta de cántabros, andaluces, baleares, valencianos, un montenegrino (de nacimiento), madrileños y catalanes (¡que sí¡) jugando al basket y ganando en terreno ajeno, francés claro. Unidos no hay quien nos pare, separados pues eso. Incluso remontar la historia hasta hazañas de general desconocimiento gracias a la nefasta educación patria.

Podría recordar el significado de la palabra “bicoca” (sencillo de conseguir, sin esfuerzo) y su origen, cuando en 1.522 tropas francesas se enfrentaron a españolas en la localidad del mismo nombre y fueron reducidas con la facilidad que es hoy su definición. Incluso el declive del imperio del pequeño corso (Monsieur Bonaparte) fue gestado en la serranía y campos españoles inventores de la guerra de guerrillas. Pero no, no creo que responda a un general sentir sino a la bocaza y torpeza de persona concreta sin valía para ocupar puestos de representación y, de eso aquí, tenemos un capazo y varios doctorados.

Si de algo vale, estimado Sr. Nadal sea consciente de nuestra mayor admiración y respeto, de nuestro orgullo ante personas que luchan sin descanso para superarse a sí mismos, de las inmensas alegrías que nos ha regalado y nos dará, no tanto verle ganar o perder sino cómo lo hace. Ejemplo de dedicación; muestra de la pulcritud y honradez que queremos para nosotros y nuestro hijos; modelo de entrega y superación de adversidades y, en definitiva del espíritu combativo necesario para afrontar cualquier situación, sea deportiva, profesional o personal.

Que ahora venga una individua a menospreciar sus logros, a echar sombra sobre la intensa luz de su carrera no hace sino engrandecerle y demostrar que los mediocres siempre envidiarán a los grandes porque carecen y carecerán de lo que hay que tener para alcanzarlos. Como en la fábula de Esopo, esta zorra echa la culpa a las uvas y no a su incapacidad para conseguirlas. Gracias de nuevo Rafael, tienes más que un país a tu lado, tienes la honestidad. *Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados