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RAFAEL SIMÓN GALLARDO
RAFAEL SIMÓN GALLARDO Lunes, 28 de Diciembre de 2020

Danza vertiginosa del huso y del devanador

Ustedes y yo mismo somos ilusos por no decir idiotas. Creímos que éramos maduros, que el tiempo había exfoliado nuestra piel con profundas y justas cicatrices fruto de la experiencia padecida cuando lo sucedido es que el daño solo fue cerebral y peor. 

 

Aprendimos a ser diversos, plurales, autonómicos, ecológicos, feministas, sostenibles, revolucionarios, separatistas, europeos, federalistas, veganos, antitaurinos, diabéticos, hipertensos y dementes olvidando ser sencillamente españoles...

 

Tras todos los cambios sufridos nos encontramos sorpresivamente divididos en grupúsculos irreconciliables, átomos de personas que se enfrentan a otras por obra y gracia de las acciones de la clase política, votada para un proyecto común que repudian sin complejo, no comparten y desean desechar con violencia.

 

Determinados temas se han transformado en realidades innegables; todas las mujeres son víctimas de los hombres, los hombres son enemigos de las féminas, los blancos odian a los negros, los negros la tienen más grande, el Barça abomina del Real, los andaluces son vagos, los vascos tienen genes mejores, los monárquicos son corruptos, los republicanos guais, los rojos demócratas y los azules fascistas y así hasta el infinitos en vertiginosa danza fractal. 

 

Los medios de comunicación entran a jugar, participan y militan en los bandos sin vergüenza. Al principio las normas estaban claras, eran las famosas "líneas rojas" que si se sobrepasan hay consecuencias. Hoy estas líneas son solo parapetos desde donde protegernos y herir a los que piensan distinto a nosotros y nuestra camarilla. 

 

Nuestra realidad actual es otra. Nuestro proyecto social se basa en las relaciones de las facciones que se han transformado en tribus independientes, rudas y sencillas, más simples que el mecanismo de un botijo pero muy eficaces con las antiguas reglas de las cavernas; lealtad a la tribu y a su líder, acatamiento del  orden jerárquico, apoyo al "vecino" de la tribu y odio para el resto de los clanes.

 

Han crecido como setas los disciplinados que intimidan imponiendo la pertenencia obligatoria al grupo a todos los demás mientras que crece a la vez el número de resentidos, lesionados y víctimas con en el deseo de prosperar auspiciados por el estado. 

 

La batalla está servida; populistas de izquierdas y derechas contra individuos sensatos y curtidos que ven con pánico como pierden la partida y no son posible las tablas. 

 

Mientras el huso sigue funcionando y deja de devanar la seda primigenia de calidad innegable por diferentes ovillos de dudosa procedencia. 

 
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