Día Domingo, 07 de Diciembre de 2025
La caída de Sánchez y la marcha de los patriotas

Yo fui, estuve ahí. Eso es lo que le diré a mi descendencia cuando el tiempo avance durante el trascurso de la existencia al recordar la manifestación del 10 de febrero, que, por mucho que se empeñe en negar la izquierda, abarrotó la plaza de Colón en Madrid. Aquella manifestación, que, iluso de mí, no creía en su eficacia, sinceramente. Confiaba plenamente en el narcisismo de Pedro Sánchez, ese ego que le hizo multiplicar su personalidad o agarrarse a su cargo pese a que su gobierno era el ejecutivo con más ministros bajo sospecha de toda la democracia. Ministras con testosterona propia de los hombres y tintes de homofobia, ministros con empresas fantasma para engañar al fisco…Todo parecía no importarle, las tormentas políticas que quitaban la paz a su gabinete eran obviadas por su persona. Lo importante era él, el resto eran daños colaterales.
Me equivocaba. La marcha de los patriotas de la pasada semana si surtió su efecto. Quién me iba a decir que esa concentración iba a ser el preludio de la “dimisión” de Pedro Sánchez y el comienzo de un nuevo período electoral con la convocatoria de comicios. Hemos hecho historia, hicimos historia. Como cuando los españoles presionaron a José I para que saliera escopetado de España y volviera a Francia, los ciudadanos de esta nación hemos vuelto a salir a la calle para echar de una patada a un dirigente que no nos representaba. Un gobernante legal y constitucional, pero que no era fruto del panorama político actual. Mientras el 70% de los españoles pedían la convocatoria de elecciones generales y el PSOE, por mucho que digan las encuestas, dejaba de ser una formación fiable para los españoles, de ahí viene el desconcierto de los barones territoriales socialistas, el Doctor Sánchez viajaba por el mundo con el Falcon mientras entre escala y escala daba unas ultimas pinceladas a su Manual de Resistencia. Ese compendio, que para colmo, nada más publicarlo, ha tenido que convocar elecciones. Ni en el mejor de los chistes… 7 meses ha aguantado Pedro Sánchez bajo el techo de La Moncloa. Esa casa, que por mucho que su esposa se esmerase en redecorar redistribuyendo los muebles y comprando nuevos elementos de decoración, se le sigue quedando grande.
Muchos allegados, me recuerdan, en estas fechas en las que despotrico y condeno la ingestión de Pedro Sánchez, aquella época en la que mostraba mi admiración por su figura. Aplaudía su valor, su valentía, esa rebeldía que le impulso a desafiar al aparato de su partido hasta derribarlo en aquellas primarias. Ahora, para asombro del yo de mi vida pasada, esa admiración se ha tornado en decepción. Como le ocurrió Arturo Pérez- Reverte, al que como refleja en un tweet publicado recientemente en el que escribe: “Debo pedir disculpas, porque me equivoqué. Dije en una entrevista, hace meses, que Pedro Sánchez era un aventurero de la política y que lo observaba con interés porque era valiente. Es un aventurero, en efecto; pero no es valiente, sino ambicioso e irresponsable”, mi persona calló en la seducción y en el cruce de piernas del Presidente con complejo de doctor, y de piloto.
Un gobernante, que como dije en mi columna anterior, ha demostrado ser una sanguijuela. Una palabra que se utiliza como insulto, pero que en este caso solo refleja la realidad. Personas me llamaron intolerante e iracundo cuando titulaba el artículo anterior Sanguijuela institucional. Hiriente e innecesario decían. Ojalá no hubiera tenido que utilizar ese adjetivo, pero más que un calificativo es un declarativo, representa los hechos, las acciones. ¿O es que no llamarían sanguijuela a una persona que se ha aferrado a las instituciones utilizándolas para su propio beneficio? Porque eso es lo que hacen dichos seres vivos fangosos, se agarran a la piel de los entes utilizando su sangre para su interés, el de la supervivencia y disfrute. Les es indiferente que el ser muera mientras ellas sobrevivan. Un Sánchez con espíritu de sanguijuela, que no hubiera dudado, de haberse aprobado los presupuestos, de desmembrar España y servirles los trocitos a los independentistas en una bandeja de plata.
Pedro Sánchez no se ha ido por la oposición parlamentaria liderada por el Partido Popular, peca de prepotencia Pablo Casado al considerarse el artífice de la renuncia de Pedro Sánchez a continuar gobernando, sino de los españoles, que indignados, salimos a la calle para decir basta, para bloquear al sanchismo, paralizar la corrupción de su gobierno, y cesar el chantaje de los catalanes a un Presidente que era su marioneta. Un títere que les ha salido rana, un muñeco, que han sido ellos mismos al que han hecho precipitarse. Los que le auparon a la Moncloa son también los que le han hecho la cama. Adiós Sánchez, hola Constitución, bienvenida España.

















Adrian | Domingo, 17 de Febrero de 2019 a las 22:33:14 horas
Muy entretenido y cierto
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