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ENRIQUE VILA
ENRIQUE VILA Viernes, 28 de Septiembre de 2018

Que se mueran los feos

¡Vamos que nos vamos! ¡Lo veo y no lo creo!. Lamentablemente no es un sueño. Como Nexus 6, últimamente he visto cosas que vosotros no creeríais; rechazar la donación de máquinas contra el cáncer (320,00 € millones, de la Fundación Amancio Ortega); silenciar agresiones físicas y abusos sexuales a mujeres por provenir de colectivos afines; apoyar sediciones; fomentar colonizaciones lingüísticas; defender agresores de los benditos cuerpos de seguridad en las fronteras; promocionar y proteger el comercio ilegal, no contributivo, frente al comercio legal que sostiene el Estado del Bienestar, etc. Y ahora la guinda, oponerse y censurar (he dicho censurar y lo ratifico) la publicación de un calendario benéfico. Almenaque o candelario que el cuerpo –y cuerpos– de los Bomberos de Zaragoza tienen por desinteresada y sana costumbre realizar para, con sus ventas, favorecer causas necesitadas. ¿Qué quienes han sido?, obviamente libertarios de boquilla e impositores de criterio, los de siempre. El consistorio municipal de Zaragoza compuesto por podemitas, en sociedad con un PSOE absolutamente desconocido y otros elementos de idéntica calaña.

 

Dicen o piensan –lo dudo– que su venta y los beneficios para causas nobles atenta y fomenta la “cosificación” del cuerpo masculino. Oye, y tan panchos. Igualmente, que “divulgan un canon estético que no es real y provoca frustración en muchos jóvenes”. ¡Con dos! Que se trata de "un modelo específico físico de hombre musculado en posición de vigor", y que "no se corresponde con las políticas feministas del Ayuntamiento" –un no parar– . Insisten en que se trata de "valores de fuerza y virilidad, que no es el imperante sino un modelo que se quiere idealizar". ¡Para qué las prisas! o for what the hurries?

 

Desde luego, si eso es lo que ven, que se lo hagan analizar. El test de Rorschach podría serles muy útil para descubrir las frustraciones que esconden estas posturas y decisiones impuestas a sus convecinos. Ese que muestra una serie de páginas manchadas de tinta, con formas indefinidas y que, dependiendo de lo que se aprecie, evidencia rasgos de personalidad, fobias, y filias de todo tipo. En fin. Aquí veo, claramente, dos mariposas inadaptadas y oprimidas por el heteropatriarcado, atrapadas y chafadas por sus ideas de libertad; en esta otra la abeja obrera republicana, tras agotadora jornada laboral, sirviendo a la reina y, lo que es peor, al machista zángano; aquí un musculado bombero sujetando desproporsionada manguera divulgando al mundo una imagen distorsionada la sociedad unitaria, física y mental, que todos queremos y, además, es la justa y adecuada. Quien piense lo contrario no sólo está equivocado, sino que también es un intolerante fascista. Ahora, si se atreve a decirlo ni te cuento lo que es.

 

Me viene al recuerdo una novela de juventud, “Que se mueran los feos” del francés Boris Vian. Dos hermanos envueltos en una trepidante trama humorístico policiaca, en la que una organización secreta selecciona hombres y mujeres perfectos, física e intelectualmente, para crear una raza superior dominante. No desvelo el final (ahora spoiler) porque es lo mejor, además de moralizante. Lo mismico pero al revés.

 

Como dicen los británicos, “the devil is in the details”, en nuestro precioso español, el diablo está en los detalles (esta era fácil). Más allá de pomposos titulares, por encima de grandes consignas y sonoros eslóganes, es necesario fijarse en los detalles para acercarse a la realidad. Y el matiz y detalle, como las bombas de los aviones, cae por la fuerza de la gravedad y si esta no existiera, por su propio peso. No les gusta la excelencia, detestan el éxito y la superación individual alcanzada por el esfuerzo, la dedicación y la constancia. Odian a quienes, saliéndose del rebaño, demuestran su valía a base de reaños e hígados. La tenacidad, el empeño y el tesón son conceptos extraños, odiosos y urticantes.

 

Da igual que se trate del inmenso Nadal haciendo sonar el himno en Paris, Londres o Melbourne, tragándose el dolor de su castigada rodilla. Lo mismo da que Carolina Marín rinda Asia a sus pies o que los bomberos se encuentren en una óptima forma física para desempeñar su trabajo en beneficio de todos y, además, de honorables causas. Se trata de rasear e igualar en la mediocridad del colectivo, donde pasan desapercibidos. Se trata de arrinconar a quienes destacan porque ponen en evidencia sus propias limitaciones y vergüenzas, su bajeza. Se trata de imponer un criterio de manada donde hasta sea reprobable el ascenso por arrojo y mérito y pedir, pedir y pedir derechos sin asumir correlativas obligaciones. Este y no otro es el detalle, la prueba del nueve, de la censura del calendario de los bomberos de Zaragoza por parte del consistorio podemita.

 

Pues nada, adelante, ánimo. En esta línea, enero podría ilustrarse con Kiko Rivera durmiendo la siesta; febrero le pega más a Willy Toledo tomando el sol en La Habana y fumando un cohíba; para marzo, ventoso, veo a la bruja Lola con dos velas negras; abril, lluvioso, pide un primer plano de Zapatero con triste sonrisa de Gioconda; mayo, florido y hermoso, a Paco Porras rodeado de hortalizas videntes; junio es el mes perfecto para Sor Lucía Caram, la monja alférez independentista; en julio cabe perfectamente alguna foto, a elegir, de Ana Gabriel posando entre los nevados montes suizos; agosto exige a D. Arturo Más en bañador sobre su yate; septiembre podría ilustrarse con fotos robadas de la boda de Dña. Rita Maestre en pomposa y cara finca antes de que ella misma lo prohíba, para los demás; octubre con una panorámica de algún caro chalé con piscina en Galapagar; noviembre con Nicolás Maduro hinchándose a dos carrillos en algún restaurante con varias estrellas Michelín y, por fin, diciembre con un posado completo del gobierno municipal de Zaragoza que ha logrado, por fin, difundir una imagen no distorsionada de la realidad social. Enhorabuena.

 

El éxito es casi seguro, pero, por si las moscas (con tendencia a acercarse a ya se sabe qué), debería subvencionarse con dinero público. Ese que no es de nadie pero siempre va a parar a los mismos.

 

* Enrique Vila es abogado. Fundador del despacho Romiel y Vila Abogados

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