Tempus fugit

Como pasa el tiempo… Existencia, que no se destruye, sino que se transforma, evoluciona a cada paso sin dejarnos pestañear. Ojos, que, si se cierran, podemos amanecer en una sorprendente realidad que ni nosotros mismos nos hubiéramos podido imaginar. Un día acunamos a nuestro heredero, y al otro, este hijo indefenso se convierte en adulto como si el periodo trascurrido hubiera pasado a cámara rápida.

O el tiempo, este elemento que va por rachas. Existen épocas gloriosas y desastrosas por igual. La vida es una montaña rusa, un escenario, que como ocurre con el IBEX 35, a veces sube y en ocasiones baja. Hace no tanto tiempo, coincidiendo además con mi bautizo como columnista en esta casa, Pedro Sánchez participaba en las primarias socialistas con el resquemor de haber sido defenestrado y traicionado por parte de los suyos. Hoy, en el instante que escribo estas líneas, está amueblando La Moncloa. Residencia presidencial, en la que, coincidiendo con la gira de Pedro Sánchez en su Peugeot, M. Rajoy cenaba todas las noches con su familia. Linaje, que ahora, ha visto como su cómoda vida en La Moncloa se convierte en una normal existencia en su casa de Aravaca. Cotidianeidad, la cual, Gabriel Echavarrí desconocía hasta hace unos meses. Estaba endiosado, subido en el guindo del poder, ese que parece transformar a algunas personas en divinidades. “Dioses” mundanos que cuando aterrizan en la tierra se ven despojados del martillo, o en este caso el bastón, que les dota de toda potestad. Influencia, que hoy, Echavarrí ha perdido en beneficio de Luis Barcala, el eterno secundario que parecía estar ensombrecido por Carlos Castillo o José Miguel Saval para ser el futuro alcalde de Alicante. Alcaldía, que no solo ha conquistado gracias a la ley, esas reglas del ordenamiento que tanto ha incumplido su partido en la trama Gurtel y en los siguientes casos que vendrán. Vaya paradoja…

Para esperpéntico, lo de José Miguel Saval, el subdelegado de gobierno, el perpetuo alcaldable del Partido Popular. El hombre, que puede pasar de ser uno de los hombres con más poder en la ciudad a no mandar ni en su casa. No solo se ha quedado con las ganas de ser el futuro alcalde de los alicantinos, sino que, con la exitosa moción de censura de Pedro Sánchez, ve peligrar su estancia en el despacho con vistas a la plaza de la montañeta.  

Aspiraciones, que se las ha llevado el viento, porque Tempus fugit, el tiempo sobrevuela la existencia y como un aliado infiel, cosa que no es Ciudadanos, no se pongan nerviosos señores del Partido Popular, te traiciona y te fulmina sin premeditación, con nocturnidad y alevosía. Precipitación, que ha cambiado las tornas del juego y del tablero. Hace un año el gobierno nacional era Popular y el local socialista, hoy pasa lo contrario. Quien le iba a decir al molt honrable Gabriel Echavarrí que en 365 días iba a estar peor que aquel al que tanto apoyó y luego crítico para respaldar a Susana Díaz. Quizá por eso no ha recibido la llamada para ser ministro… Gobernantes Populares que, al mismo tiempo, miraban con recelo el gobierno socialista de Alicante mientras Rajoy metía en un cajón los escándalos de corrupción de su partido que le habían costado tantos regidores en la provincia. Alicante que vuelve a ser de color azul, y mientras el exPresidente de Gobierno prepara los ganchitos para ver el fútbol y se informa con el Marca mientras degusta un relaxing café con leche en la Plaza Mayor, el alcalde de Alicante, que así se llama, es ahora el que se da los baños de masas.