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JORGE BRUGOS Martes, 21 de Noviembre de 2017

Buenos días desde Bruselas

Antonio Ledezma desembarca en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid. Sonriente, aliviado, emocionado. Ha hecho realidad un sueño, se ha zafado de los tentáculos de la dictadura madurista de Venezuela.

 

El otro día, cuando veía estas imágenes que he relatado, rezaba para que Carles Puigdemont tuviera televisión en su residencia temporal en Bruselas y así poder ver esta escena. Acontecimiento protagonizado por un preso político, y de verdad, no de paja como él. Quería que el ex President contemplara con sus propios ojos la cara y la figura de un auténtico preso político que ha sido encarcelado sin pruebas y por el mero hecho de pensar diferente al régimen establecido.

 

Un Ledezma y su familia, que han aterrizado en España, por una razón, no porque sea íntimo de Mariano Rajoy o de algún ministro. Sino por el simple hecho de que España, al contrario que Venezuela, es una democracia pese a que algunos no se lo crean y sigan despertándose esperando a que el NODO informe sobre las últimas novedades del país. Porque mientras estoy escribiendo estas líneas, leo algunas respuestas a un tweet de un servidor en el que pido mirar al presente y olvidarse de una vez por todas de Francisco Franco y de su régimen. Algunos tontos, carcas o ingenuos me responden alegando que, en mi partido, Ciudadanos, o en el Partido Popular se profesa el franquismo. Ante tal argumentario barato, no sé si reír o llorar. Ignorar o contestar. Entiendo o podría concebir que en ese tipo de alegaciones se hicieran respecto al Partido Popular teniendo en cuenta que fue fundado por algunos falangistas, pero que se diga eso de Ciudadanos…

 

Hemos llegado a un punto, en el que cuando alguien no actúa como a nosotros nos gusta, le tachamos de franquista. No escuchamos, en cuanto la opinión de alguien se descarrila de nuestra vía de pensamiento, la rechazamos con desprecio y sin respeto. Solo hay una verdad, la nuestra. Yo soy el bueno, tu eres el malo. No escuchan, se tapan los oídos y se ponen a la defensiva como si estuvieran en una guerra que ya paso hace 80 años. Un conflicto que algunos, como Marta Rovira, candidata de ERC para el 21-D, sueñan noche y día con avivar de nuevo. Porque estos, en lugar de ver molinos ven gigantes. No solo construyen su propia realidad paralela, sino que se la creen y hacen proselitismo para que otros se la crean.

 

Aunque sean mentiras, ellos siguen intentándolo. Van a las televisiones internacionales, ya saben a quién me refiero, y cuentan su historia victimista para que cale a nivel mundial y así conseguir lo que se proponen. Unos planes, que puede que estén dando sus frutos en la prensa internacional, pero en lo que respecta a los gobiernos e instituciones, están siendo en vano. Ni el propio Nicolás Maduro, reconoce de puertas para fuera que Cataluña sea una República independiente, pero ellos no cesan en sus ansias de conseguir ese anhelado reconocimiento como país. Que por falta de intención y constancia no sea.

 

Las mentiras, por mucho que se repitan, siguen siendo mentiras. Y perdonad queridos lectores que repita esta frase hasta la saciedad. Pero es la verdad, vaya ironía. Por mucho que Puigdemont se siga creyendo un preso político, nunca lo va a ser. Del mismo modo que por mucho insistir en que España es una dictadura franquista, está siempre va a ser una democracia. Buenos días ex President, buenos días falsos libertadores, es hora de despertar. 

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