Día Martes, 30 de Diciembre de 2025
Llega a los cines el viernes una nueva versión de Drácula
Pienso en Drácula mientras me tomo unos fritos de maíz. Está al caer el estreno de la película 'Drácula, la leyenda jamás contada' y antes de ir al cine me paro a reflexionar sobre lo que viene haciendo desde hace décadas el séptimo arte con este raro aristócrata aficionado a la sangre y a las tías. Drácula es uno de los personajes literarios más puteados de la historia del cine.
Hace tiempo que se le perdió el respeto; en realidad muy poca gente se lo ha tenido en esa industria. En los años 60 la Hammer lo colocó en unas coloridas películas junto a unas señoritas en camisón, en otras lo dibujaban como un voraz semental y en algunas más como un gentleman que perdía los buenos modales cuando avistaba cálidos cuellos. Hasta, como no, los españoles hemos llegado al paroxismo cultural con 'Brácula. Condemor II', en la que Chiquito de la Calzada, madre mía, se ponía cachondo con la sangre.
Menos mal que Coppola puso un poco de orden a este entretenido pim pam pum y en 1992 filmó 'Drácula de Bram Stoker', versión que pretendía ser fiel a la novela del autor irlandés. Me parece genial. Es Coppola. Aunque a mi, lo siento, Gary Oldman en el papel de enamoradizo chupasangre me dio en su momento, y me sigue dando ahora, dentera, con ese doble moñete tan raro y los polvos de talco. Por no hablar de la robaperas de Winona Ryder o de Keanu Reeves, que ni está ni se le espera, ni va ni viene y todavía no sé si es trucha o salmonete. Matrix es tan incomprensible como él y como su propia carrera cinematográfica. Aquel casting parecía el Súper Pop. A estas alturas de mi película vital entiendo que las novelas en las que se basan las adaptaciones cinematográficas acaban en la papelera después del primer almuerzo entre productores y guionistas. Y no está mal que así sea porque una cosa es leer y otra ver.
Mi duda antes de ir como un pardillo a ver 'Drácula, la leyenda jamás contada' es si pediré Coca Cola o Nestea en el bar del cine. Porque apenas tengo incertidumbres acerca de la película. Supongo que el conde de este enésima adaptación se parecerá poco a los anteriores (cojonudo), pero me temo que guardará ciertas peligrosas similitudes con los superhéroes que inundan de un tiempo a esta parte las pantallas: Batman, Súperman, Spiderman y otros muchachotes de la factoría Marvel. También tengo la impresión de que las escenas de acción y los paisajes de la película serán muy parecidos a los que ya aparecían en la hormonada saga de los '300' y en 'El señor de los anillos' y demás réplicas sobre la Tierra Media.
Dice la publicidad de la nueva cinta que se trata de una obra que se inspira en el personaje creado por Bram Stoker y que cuenta en 92 minutos (muy poco) la vida de Vlad Tepes 'el empalador' antes de convertirse en vampiro. Démosle un margen de confianza a Gary Shore, que se ha rodeado de actores como Luke Evans ('El Hobbit. La batalla de los Cinco Ejércitos') y de la interesante Sarah Gadon ('Mapa de las estrellas').
Por cierto, no seré yo quien diga que es mejor leer la novela, porque hay obras que son un verdadero pestiño. En este caso prefiero seguir comiendo fritos. Y ya que estoy en plan confidente, me voy a poner el DVD de la que para mi es la mejor película de vampiros: 'Déjame entrar', de Tomas Alfredson. Sombría, romántica, sencillamente



















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